Esto es fútbol. Cumpleaños número cien, final de la Copa del Rey, favoritos por jugar en casa y con los fuegos artificiales dispuestos para celebrar un guion que no podría estar mejor escrito. Y cuando todo está tan planificado, el señor balompié se encarga de devolvernos los pies al suelo con el 1-2 final. El Real Madrid no perdió “su” Copa, sino que fue el Deportivo de la Coruña quien se adjudicó su segundo trofeo con total merecimiento.
Cuatro Caminos es el centro futbolístico de España gracias a los 14 gladiadores que concedieron a su César – a Lendoiro – una nueva señal de que este equipo no será historia en el día de mañana, sino que ya lo es hoy. Por la puerta grande, además.
La primera parte de los de Irureta fue para enmarcar. La palabra miedo no se asomó por la cabeza de los Mauro Silva, Naybet o Valerón. Sí por la de Pavón en el minuto 2 cuando golpeó al aire un balón que le quedó franco a Diego Tristán en la frontal del área. El andaluz observó, apuntó a la escuadra y un acertado César despejó a córner a mano cambiada el primer aviso importante de los herculinos. No fue un farol. Cuatro minutos más tarde el propio Tristán le puso en bandeja la pelota a Sergio, que galopó cual extremo por el centro de la zaga, rompió la cintura a un oxidado Fernando Hierro y con una sutil puntera colocó el 0-1.
La hinchada madridista no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Los de Del Bosque se encomendaron al de siempre, a Raúl. De él salió la poca garra blanca en el primer tiempo. En un lance con Scaloni y Mauro, ‘el 7’ se rebeló y se produjo una multitudinaria tangana que despertó al Madrid. Poco más tarde, Zidane cabeceó al palo y Molina salvó un gol cantado en un amago de reacción que se quedó en eso, en un amago. Figo se fue al centro para perder los muchos balones recuperados por Makelele. Helguera desaparecido y Morientes era un mero hombre de piedra.
Poco antes del descanso cayó el segundo. Tristán inició, Valerón abrió, Sergio combinó y de nuevo el canario asistió para que el ariete deportivista perforase por segunda vez en la noche la meta local. Era la crónica de una muerte anunciada y así llegó el descanso.
En la reanudación, el Deportivo casi sentencia la final con un remate de Valerón al palo con su pierna mala. Ahí dijeron basta los madridistas y echaron en el césped toda la garra que se les presupone. Solari centró desde un costado hacia Morientes, que aguantó como pudo la embestida de Mauro Silva y le regaló dentro del área pequeña el gol a Raúl; quién sino. Precisamente, la entrada en el campo de Solari junto a la de Guti por Pavón y Morientes dio la última bocanada de aire al Bernabeu. Irureta fue consciente de la situación e hizo gala de su fama retirando a Valerón para dar entrada a Duscher en la medular y a Fran para reforzar el flanco izquierdo con Capdevila.
Y lentamente fue muriendo el encuentro. El Madrid solo se encomendaba a las individuales mientras que el Dépor apelaba una y otra vez al sentimiento de equipo que nada tiene que envidiar a los más grandes de Europa. Final del partido y segunda Copa del Rey para los coruñeses. El Bernabeu se tiñó de histeria y de historia blanquiazul para la posteridad.
Real Madrid: César, Salgado, Hierro, Pavón, Roberto Carlos, Helguera, Makelele, Figo, Raúl, Zidane, Morientes. Cambios: Solari por Pavón (min. 46), Guti por Morientes (min. 66), McManaman por Figo (min. 81).
Deportivo: Molina, Scaloni, César, Naybet, Romero, Mauro Silva, Sergio, Víctor, Valerón, Fran, Diego Tristán. Cambios: Duscher por Valerón (min. 63), Capdevila por Fran (min. 82), Djalminha por Víctor (min. 84).
Goles: 0-1. Sergio, min. 6. 0-2. Tristán, min. 34. 1-2. Raúl, min. 60.
Estadio Santiago Bernabéu. Lleno.
Árbitro: Mejuto González. Mostró tarjeta amarilla a Hierro, Solari y Helguera por el Madrid, y a Mauro Silva, Víctor y Fran por el Deportivo.
Óscar Bouzas