Podría parecer el argumento de una película de aventuras. No lo es, y sin embargo, la historia del ourensán José González en su viaje para animar al Deportivo en Cornellà-El Prat bastaría para alumbrar un guión con final feliz. O eso depende de cómo se mire. González partió la mañana del sábado con la comitiva de trece aficionados que salieron de Verín con la peña blanquiazul local. Doce llegaron a tiempo para el partido que medía a los coruñeses con el Espanyol. No fue el caso de José, que encontró un contratiempo en cada esquina en su camino hacia el feudo perico. Pero logró superarlos, y cómo lo hizo.
«Fue increíble», detalló entre risas en su conversación con Riazor.org. Y es que cada obstáculo de su periplo parecía escrito desde primera hora. «Cinco minutos antes de salir, fuimos al cajero. Resulta que lo habían trasladado de calle y ya salimos diez minutos tarde», explica José, al que la mala suerte también le acechaba en las cercanías de Santiago. «Estábamos llegando al sur de la ciudad y donde están las obras de la AP-9 se paró el coche. Llamamos a una grúa y al taxi, y vino antes el primero. Hasta el operario se ofreció a llevarme a Lavacolla con el automóvil a cuestas».
El avión hacia Barcelona despegaba a las 9:45 horas, y como no podía suceder de otra manera en esta ocasión, zarpó en hora. Lo hizo justamente dos minutos antes de que nuestro protagonista llegase a la puerta de embarque, ya cerrada. Dicen que la fe mueve montañas, y José la halló llegando al centro de Santiago: «Cogí el bus hacia la Plaza de Galicia. Iba con la intención de volver a casa, pero encontré un vuelo con Ryanair desde Vigo y me fui directo a la estación de tren«. Por delante, una hora de camino hacia la urbe olívica y la certeza de que desembolsar 108€ por el billete desde Peinador no iba a ser en vano.
José partió a las 16:45 horas, y su odisea hacia la Ciudad Condal ya era conocida por los restantes miembros de la hinchada gallega, que movió hilos para facilitar su acceso al estadio. «A mitad de partido los encargados de seguridad comenzaron a cerrar los tornos, y les explicamos que estaba a punto de venir un compañero. No nos pusieron problema», relata Jorge, miembro de la Peña Deportivista de Verín. «Si hasta había huelga de metro y manifestaciones en el centro», lamenta. Nada frenó a José, que lidió con un penúltimo imprevisto antes de alcanzar destino: «Llegué, y cogí un taxi. 300 metros después, el conductor me dijo que no sabía llegar. Le tuve que indicar con el GPS de mi móvil», describió riéndose de nuevo.
Tras sortear un embotellamiento a 700 metros de Cornellà, consiguió su propósito. También el reconocimiento de sus compañeros. «A falta de diez minutos para empezar la segunda mitad me abrieron la puerta. Allí estaban jaleándome, haciéndome reverencias y hasta me mantearon». No duda al ser inquirido sobre si volvería a hacerlo. «Es lo que haría cualquiera. Si eres deportivista, hay que ir«.