En una época no muy lejana, Deportivo y Celta se enfrentaron desde lo más alto de la clasificación en Primera División. Poco a poco, los duelos fueron perdiendo calidad debido a los bajones sufridos por ambos, pero nunca intensidad y pasión. La única buena noticia que tuvo el descenso del Deportivo en el 2011 fue que nos permitió vivir de nuevo un choque como ningún otro.
Fue el 13 de noviembre. Riazor se vistió de gala para recibir al eterno enemigo cuatro años después. Los de Paco Herrera venían con la idea de amargar la fiesta blanquiazul, pero los de Oltra se impusieron gracias a un zurriagazo de Lassad que pasará a la historia como antes lo hicieron los goles de Djalminha o Turu Flores. El encuentro tuvo de todo y estuvo a la altura de las circunstancias, recordando que no hace mucho ambos llenaron de dolores de cabeza a los grandes de Europa.
Es cierto que el fútbol gallego no pasa por su mejor momento, pero está muy vivo. Ahí se demostró. Galicia paralizada por un partido de fútbol de Primera, circunstancialmente en Segunda División, ese infierno del que ambos luchan por salir desesperadamente. El Celta en su quinta temporada consecutiva, el Dépor, comprobando por primera vez en 20 años que no es lo mismo jugar en El Collao que en el Camp Nou.
El 15 de abril los coruñeses devolverán la visita y quizás la lona que cubre uno de los fondos de Balaídos tendrá que ser retirada para vivir otro lleno como el de Riazor. Porque es en la gente donde se ve que no es un partido más. Durante las semanas previas, en las calles alrededor de los estadios horas antes del partido, en los días posteriores…
Tristemente tuvimos que lamentar algunos incidentes que no pasaron a mayores, como lanzamientos de objetos a los autobuses visitantes o bengalas contra la afición local. Es lo triste, que lo que debería ser una fiesta llegue a estos extremos debido a la gente que no sabe diferenciar rivalidad de odio. Ojalá que pronto, con Deportivo y Celta en Primera, la fiesta sea completa. Pero que gane el Dépor.
Álvaro Santaeufemia