Por muy ‘topicazo’ que suene, la parroquia deportivista ha vuelto a sentir en sus carnes lo que supone ser uno de los equipos a batir de la categoría, y ha dejado atrás la sensación de ser un actor secundario del campeonato. Lo advirtió José Luis Oltra en la pretemporada –aunque posteriormente trató de matizar sus palabras-. “Somos el Madrid o el Barça de Segunda”, sentenció.
Sin tratar de caer en la prepotencia, la realidad es que el conjunto coruñés es uno de los equipos a los que más ganas de vencer se le tiene, y eso ha quedado especialmente patente en todos los encuentros en los que la escuadra gallega ha jugado como visitante: elogios por parte del entrenador rival, contrincantes con una motivación ‘extra’, aficiones que acuden con más ganas al estadio… y quizás esas sean algunas de las razones por las que los herculinos sufren tanto lejos de Riazor.
Desde la marcha de Jabo Irureta y la posterior llegada de Caparrós y Lotina, con una plantilla en la que cada temporada sus estrellas partían hacia otros equipos con mayor poder económico, la hinchada herculina tuvo que asumir que los años de gloria europea y de grandes gestas habían finalizado. Riazor dejó de ser un fortín, y aquel Súper Dépor que ejercía como protagonista en todos los encuentros dejó paso a un equipo que se atrincheraba en defensa dejando el papel de actor principal al rival.
Tras el descenso, el Deportivo ha vuelto a recuperar Riazor como fortaleza inexpugnable –una sola derrota en lo que va de campaña-, y los aficionados sonríen porque el fútbol ofensivo que practicaban de antaño los Fran, Bebeto, Djalminha o Makaay lo realizan ahora en su particular versión Guardado, Bruno Gama, Juan Domínguez o el incombustible Valerón. Además, Riazor presenta cada jornada unas cifras de asistencia al estadio dignas de los mejores años de su historia y está a un paso de los 25.000 abonados.
Por otra parte, la pérdida de categoría ha permitido que jugadores de la casa a los que en Primera División no se les había dado oportunidades, estén rindiendo a un nivel superior este año. Lassad está batiendo sus mejores cifras anotadoras, Álex Bergantiños se ha quedado en A Coruña y es uno de los pilares del equipo, Laure se ha asentado en el lateral derecho y el centrocampista pontedeumés Juan Domínguez al fin ha encontrado su rol en el equipo y está rayando a un gran nivel.
Sin lugar a dudas, un descenso siempre es un importante palo para cualquier equipo, pero en el caso de que los coruñeses logren el ansiado ascenso esta campaña, a nadie le cabrá la menor duda de que esto no ha sido más que un paso atrás para dar dos hacia delante, y es que sin lugar a dudas, desde la época ‘Champions’ no se respiraba tanto fútbol en A Coruña ni tanto deportivismo en todo el mundo.
Pablo Antelo