No fue la mejor temporada de la historia, pero sí una en la que se consiguió el objetivo. No fue la temporada de los récords que se vivió no hace mucho con José Luis Oltra en el banquillo, pero una jornada antes de que finalizase la Liga Adelante el Deportivo ya había conseguido el ansiado regreso a Primera División. No fue sobresaliente, pero fue suficiente. 41 partidos después de la victoria en Las Palmas, el Dépor ocupaba su hueco en la máxima categoría (19 victorias, 12 empates y 11 derrotas).
Fernando Vázquez llegó al Deportivo de la mano de Augusto César Lendoiro tras la marcha forzosa de Domingos Paciencia de A Coruña. El técnico de Castrofeito respondió afirmativamente a la pregunta con la que había soñado durante muchos años y al día siguiente ya estaba en Riazor siendo presentado ante los medios de comunicación como nuevo entrenador herculino. En la rueda de prensa de su presentación se mostraba exultante, como si una mano divina lo hubiese rescatado de la más absoluta oscuridad.
Para valorar la estancia de Fernando Vázquez en el banquillo blanquiazul siempre tiendo a dividir su etapa en tres partes. En la primera de ellas, aún con el Dépor en la Liga BBVA, estuvo a un paso de conseguir un objetivo que a priori parecía utópico: lograr la salvación. Estudió a fondo los partidos que le quedaban por disputar y le dio una importancia suprema a los enfrentamientos directos. Nos hizo soñar a todos, a pesar de morir en la orilla. La nota que le doy en esta primera etapa es un notable.
Su segunda etapa en el Dépor fue excelente. Con pocos recursos en la plantilla -terminó algún partido a la desesperada con Bicho, Luis Fernández y Dani Iglesias en el ataque-, sacó tanto provecho a sus jugadores hasta el punto de finalizar ganando el campeonato de invierno en Segunda. Cuando muchos firmaban mitad de tabla en una difícil etapa de transición, Fernando puso al equipo primero. Bajo mi punto de vista, su nota es de sobresaliente en este segundo peaje.
Su etapa más complicada fue la tercera y última. El Dépor perdió a uno de sus jugadores clave en la primera vuelta, Culio, pero su salida dejó dinero para que llegasen futbolistas de la talla de Rabello, Sissoko, Toché o Diego Ifrán, que aumentaron mucho la cantidad y la calidad en las convocatorias de Fernando Vázquez. Fue entonces cuando el equipo comenzó a dar bandazos. Sin un juego fluido y con deficiencias defensivas, al conjunto herculino le costaba un mundo sumar puntos y los detractores del de Castrofeito empezaban a ser legión. Aún así, logró el objetivo que le habían marcado: ascender a Primera División. Mi nota para este último tramo, suficiente.
Resulta complicado no valorarle a Fernando su papel en el ascenso. Creo que nadie duda a la hora de darle una gran cantidad de responsabilidad.
DANI MÉNDEZ