El Fabril protagonizó una temporada en la que tardó demasiado en arrancar y cuando despertó ya era demasiado tarde para enmendar los errores que se habían cometido en una primera vuelta pésima. Se juntó la renovación del filial con la escasez de efectivos del primer equipo. La combinación fue desastrosa, ya que en las diecinueve primeras jornadas solo ganó en 5 ocasiones. El balance no pudo ser peor, lo cual obligó a los fabrilistas a mirar más hacia los puestos de descenso que a los de play-off.
Los malos resultados de la primera vuelta acabaron en un simple aviso. Se necesitaban refuerzos para apuntalar una plantilla de la que José Luis Devesa no era capaz de sacarle su máximo rendimiento. Llegaron Tonci Mujan, Miguel Cardoso y Marc Nierga para aportar experiencia. El técnico deportivista también fue capaz de encontrar su alineación titular en un vestuario en el que los juveniles abundaban. Llegaron 9 triunfos, pero el balance de las primeras semanas del campeonato pesaban demasiado como par a poder aspirar a un premio mayor.
Después de un pequeño lavado de cara, Devesa encontró con la fórmula. Curiosamente los jugadores rindieron mucho mejor en cuanto se quedaron sin ningún objetivo posible en el horizonte: las opciones para disputar la promoción de ascenso eran mínimas y los puestos de peligro ya se encontraban lejos. El juego del Fabril mejoró considerablemente, hasta el punto de que cuando el Pontevedra se jugaba el primer puesto de la clasificación se marchó de vacío de Abegondo. Era otro equipo totalmente distinto que sí respondía.
Iván Aguiar