Hace apenas un año Jonathan Rodríguez disputaba con Peñarol el Torneo Apertura uruguayo (4 goles en 11 partidos) y la Copa Sudamericana (3 tantos en 4). En enero desembarcaría en la liga portuguesa fichado por un grande del país, Benfica. Rara vez el conjunto lisboeta invierte 2 millones de euros (40% de la ficha) y firma una opción de compra de 4 millones por el 60% restante sin tener claro que se está asegurando el pase de un joven con gran proyección del que podrá obtener rendimiento y una rentabilidad futura. El salto de Uruguay a Portugal era importante, pero sus compañeros de selección avalaban sus credenciales: instinto, velocidad, golpeo con las dos piernas y gol. Mucho gol.
En las águilas no dispuso de oportunidades (5′ en la Primeira Liga), pero con el filial se salió en la Segunda Liga: 7 goles en 6 encuentros. Para un chico de su calidad, internacional con la camiseta celeste, la segunda división lusa fue un juguete. Le salieron varias novias, una de ellas el Club Brujas belga, aunque la buena relación entre Dépor y Benfica acabó facilitando su incorporación a las órdenes de Víctor Sánchez del Amo. En solo 12 meses, a Jonathan le ha cambiado la vida por completo: de despuntar en su campeonato local a afrontar el reto de asomar la cabeza en una de las ligas más competitivas del mundo.
Primero estuvo un año a préstamo por un juego de pelotas y la opción de la compra se fijó en
US$ 7.000. Debe ser el jugador más barato que le ha salido a Peñarol. Son las cosas que tiene el fútbol del interior. […] Va a cambiar algún día. Yo hablo con él dos veces a la semana y le digo que va a tener que cambiar y hablar con la prensa, dar notas, porque es para el bien de él. Acá en Florida fue figura, goleador, jugó finales en la selección, fue campeón, pero terminaba el partido y se iba corriendo porque no le gustaba hablar. Y hoy siendo figura en el clásico no le pueden hacer notas. Sergio Pardo, entrenador y padre futbolístico de Jonathan en el Atlético Florida a El Observador (noviembre, 2013).
De familia humilde, nervioso, muy introvertido y con un pasado complicado por su falta de profesionalidad -reconocida por él mismo-, solo hay que escucharle hablar para entender que necesita sentirse protegido para sumar en el terreno de juego. En Coruña lo está y lo estará: difícilmente encontrará una afición más paciente y comprensiva con la falta de acierto, porque si algo demuestra Riazor cada fin de semana es su compromiso total con los futbolistas, más allá del resultado.
Luis Suárez en 2014: “El potencial que tiene Jonathan ahora, con esta edad, yo no lo tenía. Yo con 21 años, sinceramente, no le pegaba con las dos piernas como le pega Jona. La velocidad que él tiene ahora yo no la tenía con 21 años cuando estaba en el Ajax. Si él va por el camino que tiene que ir… Tiene muchísimas cualidades y también personalidad dentro de la cancha, en eso me recuerda a Edi (Cavani)”.
El Deportivo necesita los goles del ‘Cabecita’ y los de Oriol Riera para conseguir la permanencia. Lucas y los centrocampistas (Luis Alberto, Fayçal…) aglutinan los tantos anotados y ha llegado la hora de que ellos dos den un paso adelante. Jona debe pasar página cuanto antes de lo sucedido en Granada, aparcar la timidez y demostrar de qué pasta está hecho. Hacerse un hueco en la élite del fútbol europeo depende de él. Condiciones le sobran, aunque con la camiseta blanquiazul solo las haya insinuado.