El pasado 21 de mayo fue un día desolador para A Coruña y sus ciudadanos. El Deportivo, equipo emblemático de la ciudad, descendía de categoría tras veinte años disputándose los títulos con los grandes, Barcelona y Real Madrid entre ellos. Veinte años repartiendo alegrías, veinte años de sonrisas, de llantos jubilosos, de sueños cumplidos. Veinte años para poner, al fin, muy arriba el listón del fútbol gallego. El Dépor, el Súper Dépor, descendía de categoría después de toparse con el Valencia en la jornada final de Liga -de nuevo de forma amarga-. El barco se hundía, pero no solo. Los primeros en acompañarlo fueron sus aficionados, cerca de 25.000 hasta la fecha, pero también muchos de sus jugadores lo hicieron.
Valerón y Manuel Pablo, últimos representantes de ese Deportivo estelar y capitanes del actual, fueron los primeros que tras el partido demostraron su amor por estos colores. Sobre el césped de un Riazor helado, los jugadores canarios aguantaron el chaparrón y obligaron a sus compañeros ya en el vestuario a volver al verde para estar junto a la afición en el difícil trago del descenso. El lateral había renovado meses antes y el mediapunta decidió continuar un año más.
Pasaron los días, las semanas, los meses y fueron muchos los que dejaron el Deportivo para embarcarse en nuevos rumbos en aguas de Primera. Una voz se mostró firme desde el vestuario: “quiero volver a Primera con el Dépor”. Riki, delantero titular contra el Valencia, no pensaba marcharse. A él le siguieron muchos de los canteranos, ante las posibilidades de hacerse con un hueco en la primera plantilla blanquiazul.
Otros tuvieron ofertas, pero si no ayudaban al equipo y al jugador al mismo tiempo no serían contempladas. No les faltaron novias a Aranzubia, Laure o Colotto; no obstante, sus agentes se mostraron siempre cautos. Para sus representados, la primera opción era el Deportivo. Guardado tampoco salió en verano, más por falta de jugosas ofertas que por las ganas del jugador. Sin embargo, su papel hasta la fecha en Segunda División está siendo ejemplar.
Singular es el caso de Xisco. El balear estuvo cedido por el Newcastle y vivió el drama del descenso como uno más. Eso le sirvió para enamorarse más si cabe del club que le vio crecer. En verano se esforzó en regresar a tierras gallegas para devolver al equipo a la élite, aún perdiendo dinero en la operación.
Dani Méndez