Lógicamente, la valoración del cuerpo técnico tiene dos partes diferenciadas: la primera, con Víctor Fernández en el banquillo, y la segunda, con Víctor Sánchez del Amo como preparador.
En la primera de ellas, cabe reconocer que el técnico maño no tuvo un aterrizaje fácil en Riazor. Su llegada tras la polémica destitución de Fernando Vázquez, que contaba con un importante apoyo por parte de la afición, hizo que tuviese un duro trabajo por delante para convencer a la hinchada. Sin embargo, esto no fue así, y ya en la jornada ocho tuvo que afrontar su primer match-ball ante el Valencia, que superó con éxito (3-0). Parecía que Fernández había dado con la tecla, pero nada más lejos de la realidad, y su cargo estuvo cuestionado prácticamente tras cada nueva derrota hasta que finalmente el bochornoso empate ante el Córdoba en Riazor (1-1) hizo necesario un relevo. La falta de autocrítica y el pobre juego de un conjunto sin ideas terminaron con su cargo.
El presidente del Deportivo decidió dar a Víctor Sánchez del Amo la misión de reflotar la nave herculina, y con demasiados apuros, logró salvar al conjunto coruñés. Su gran lunar fue sin duda la dura derrota en Elche (4-0), en un partido que se antojaba decisivo para los deportivistas y que sin duda marcó el tramo final del campeonato. Fue capaz de sumar empates en campos complicados como San Mamés, Anoeta, Málaga o el Camp Nou, todos ellos de equipos de la parte alta de la tabla, si bien es cierto que quizás cabía esperar algo más en el partido disputado como local ante el Villarreal. Pese a todo, y con un calendario realmente difícil, fue capaz de salvar el barco.
Por su parte, la directiva afrontó una temporada muy difícil en la que únicamente la consecución milagrosa de la salvación fue la nota positiva. Hubo demasiados sobresaltos, con un inicio de pretemporada rocambolesco tras el fulminante despido de Fernando Vázquez; una muy complicada pero errónea gestión de la toma de decisiones tras el asesinato de Jimmy en el Manzanares; y demasiada lentitud a la hora de cesar a Víctor Fernández, viendo que nunca fue capaz de conectar con la afición y que sus resultados como local fueron los peores en la historia del club.
Por otro lado, en el área deportiva, es evidente que no se acertó en la contratación de jugadores. Los futbolistas que se suponía que deberían dar un salto de calidad a la plantilla – Isaac Cuenca, Fariña, Medunjanin o Canella- jugaron un papel demasiado pobre y secundario. Seguramente que Tino Fernández será capaz de tomar nota de todo lo ocurrido este año para poder afrontar la nueva temporada con más tranquilidad y menos ruído a todos los niveles.
Pablo Antelo.