En el 2013, Riazor ha acogido a dos nuevos inquilinos en su banquillo, y la valoración de uno y otro poco o nada tiene que ver. Domingos Paciência aterrizó en A Coruña con el aval de Mendes y con la intención de resucitar al Deportivo tras el mal arranque con Oltra y que lo situaba en puestos de descenso. En el primer choque que dirigió, logró vencer al Málaga por 1-0 con tanto de Pizzi, y además de vencer convenció, y ello pese a que su primera decisión fue sentar a Valerón y colocar a André Santos en la mediapunta. Con un manual en el que predominaba la presión al rival, la solidaridad defensiva y la intensidad física, la parroquia blanquiazul vio en él la solución a sus problemas. Nada más lejos de la realidad: en los siguientes cinco partidos, solo logró sumar un punto -ante la Real Sociedad- y perdió ante rivales directos como Osasuna, Getafe o Granada. El 0-3 en casa ante los andaluces terminó con la grada pidiendo a gritos un cambio de rumbo y desembocó en la llegada de Fernando Vázquez.
El de Castrofeito, con un discurso optimista, se abonó al «Sí se puede» cuando nadie creía, y con el paso de las semanas logró convencer a la grada de que efectivamente se podía. Y ello, a pesar de que en los primeros cuatro partidos solo logró un punto, pero su victoria en el derbi ante el Celta por 3 a 1 hizo vibrar a la afición y recuperar la fe. Tras vencer a los vigueses, encarriló un total de cuatro encuentros ganados consecutivos y consiguió revivir a un conjunto que estaba totalmente muerto. Sin embargo, tras nadar mucho, finalmente murió en la orilla. Los blanquiazules llegaron a la última jornada dependiendo de sí mismos, pero tras caer por 0-1 en casa ante la Real Sociedad abandonaron la máxima categoría del fútbol español. Pese al descenso, el gran ‘enganche’ del entrenador con toda la parroquia herculina le permitió renovar con los coruñeses. Tras un verano muy movido a nivel institucional, con una plantilla llena de canteranos y con fichajes de última hora, y con un estilo de juego defensivo y bastante resultadista, consiguió que los blanquiazules se marchasen como líderes de la Liga Adelante al parón navideño. Por tanto, y a tenor de los números, se puede decir que sin duda el técnico gallego ha sido una de las mejores noticias del año, y muchos se preguntan qué habría ocurrido si hubiese cogido la AP-9 y firmase unas jornadas antes como técnico deportivista.
En cuanto a la directiva, el 2013 estará sin duda marcado como el año en el que Augusto César Lendoiro dejó de ser presidente del club, tras 25 años en el cargo. Sin duda, en este año hubo dos factores que marcaron su mandato: el segundo descenso, casi consecutivo, y la entrada en concurso de acreedores, algo que él mismo se cansó de gritar años antes que no iba a ocurrir. Se equivocó con la planificación deportiva y su ‘Operación Plátano’ no terminó de cuajar. Jugadores como Pizzi, Nélson Oliveira o André Santos tenían la misión de dar un salto cualitativo a la plantilla, pero salvo el primero, ninguno de los otros fueron piezas claves. Si a eso se suma la llegada de hombres como Evaldo, Roderick o Camuñas, cuyo nivel no era el adecuado para la categoría, podemos decir que hubo un porcentaje de error demasiado elevado. La falta de liquidez y las críticas recibidas tras el fiasco del descenso y de la mala gestión deportiva, hizo que el perfil de los fichajes fuese diferente, y eso sumado a la buena respuesta de varios canteranos han hecho que el equipo gallego finalice el 2013 en lo más alto de la tabla. Pero por otro lado, el proceso electoral y la irrupción de Tino Fernández, que derrotó al de Corcubión en la asamblea de accionistas, terminaron por hacer que Augusto decidiese retirarse y quizás evitar así una derrota en las elecciones del mes de enero. Por tanto, se puede decir que el desacierto en varios fichajes, las dificultades para manejar la situación económica actual del club y su falta de apoyos para continuar en la presidencia, han hecho que el 2013 haya sido para Lendoiro uno de sus años más delicados como máximo dirigente.
Pablo Antelo