1. El partido del lunes ante el Girona marcó un antes y un después. Tercer match-ball al que se enfrentó Pepe Mel esta temporada en Riazor: salvó el primero frente al Alavés, hizo lo mismo frente al Getafe en el segundo pero el tercero acabó con su carrera en el Deportivo. La derrota contra el Girona, una mirada al pasado y el consejo de muchos precipitaron unos acontecimientos que de un momento a otro se hacían esperar.
2. Analizando los datos y las sensaciones no parece una decisión descabellada. A Pepe Mel no le salvaron ni los resultados ni la idea de juego del equipo. Navegaba el equipo del conjunto madrileño en una escasez colectiva, en una ausencia de plan que se veía sobrepasada ante conjuntos minuciosamente preparados. El Dépor no era capaz de mandar durante los 90 minutos, la mayoría de acciones de peligro llegaban a través de individualidades de los hombres ofensivos y en defensa mostraba muchas debilidades y pocas fortalezas.
3. A Pepe Mel también le penalizó la toma de decisiones. Porque, eso sí, no se le puede acusar al ya ex entrenador del Deportivo de que no lo haya hecho, de que no haya tomado decisiones. En el partido del lunes frente al Girona dejó a Schär, ya recuperado, en el banquillo. Es seguramente el suizo el futbolista que más sentido le da al juego cada vez que se encuentra en el verde. También dejó fuera a Florin Andone, plagando el juego de centrocampistas imaginándose un partido que se decidiese por dentro, que fue justamente lo que organizó Pablo Machín.
4. Con todo, esta decisión que se ha acabado precipitando (el cese del técnico madrileño) pudo no haber llegado tan pronto de no ser por mínimos detalles en el partido contra el Girona. Centímetros en los dos fueras de juego del Dépor y en el del Girona que subió al marcador, pillerías y controversia en los penaltis pitados y en los no señalados. Pudo haber empatado el Dépor, pudo haber ganado y acabó perdiendo. A veces el destino es caprichoso.
5. Se vendió que sería el de Mel un conjunto dominador, un equipo que marcase la pauta de los partidos ante rivales de mitad de tabla hacia abajo. Le costó mucho demostrarlo, le costó mandar. Tan solo en ciertas fases de los partidos, como el lunes contra el Girona, el Dépor podía tener controlado al conjunto rival pero no era capaz de someterle. El contrincante, sin embargo, no necesitaba mandar ya que con tres pases hacía daño. El Dépor acababa atacando más pero atacando peor.
6. Si hablamos de nombres propios uno de ellos es el de Francis Uzoho. El otro día dije que me había gustado, que creía que le había dado seguridad a la defensa y que parecía haber disfrutado en vez de sentir presión en su debut en la categoría. El pasado lunes, en su primer partido en Riazor, lo noté más nervioso y además las dudas aparecieron en el primer centro al área. De todas formas creo que poco se le puede reprochar en los goles y además solventó bien varias acciones de peligro. Veremos qué sucede con el nigeriano con la llegada de Cristóbal al primer equipo.
7. Estuvieron algo desacertados con la pelota Fede Cartabia y Emre Çolak, perdiendo balones que suponían peligrosas contragolpes del conjunto de Pablo Machín. Estuvo inofensivo Fede Valverde en la banda izquierda, más pendiente de defender que de ayudar en la creación. Y estuvo inteligente Lucas Pérez en la acción que supuso el 1-1. Una pena la lesión de Adrián López, su brillantez técnica se echará en falta en el equipo.
8. Ya es pasado en el deportivismo Pepe Mel; su presente se llama ahora Cristóbal Parralo, que asciende desde el Fabril para hacerse cargo del primer equipo. Vuelve el entrenador cordobés a la máxima categoría. Casi 500 partidos sumó como jugador en Primera División entre el Barcelona, el Logroñés, el Oviedo y el Espanyol. En el filial blanquiazul logró muy buenos resultados -un ascenso de Tercera a Segunda B y poner al equipo en lo más alto en el inicio del campeonato-, pero consiguió algo más importante: un sello propio, un estilo. Quien veía al Fabril sabía lo que se encontraría. Intentará implantarlo en la primera plantilla. Suerte a él y a Javier Manjarín.