La llegada de Clarence Seedorf al banquillo del Deportivo hace algo más de un mes ha traído consigo innumerables cambios en el día a día del conjunto herculino. La implantación de una metodología innovadora, un extenso equipo de colaboradores, horarios cambiantes en los entrenos semanales, jornadas de convivencia para fomentar el buen ambiente del grupo o el uso de aplicaciones como herramienta de trabajo para determinar las sustituciones. La lista sería casi interminable y extensible a lo visto durante los partidos, donde ha probado fortuna con varios esquemas y ha empleado ya a un total de 22 futbolistas en los apenas 6 encuentros disputados bajo su dirección.
Una de las primeras medidas anunciadas por el preparador originario de Surinam recayó en la capitanía. Seedorf hizo pública su intención de suprimir la jerarquía hasta entonces existente en el vestuario en lo referente a la elección de capitanes, e instaurar en su lugar una nueva filosofía en la que el propio cuerpo técnico sería quien designase al portador del brazalete en cada partido. El holandés veía esta circunstancia como una forma de reactivar a la plantilla y romper con otra de las inercias arrastradas de anteriores etapas.
Así las cosas, Clarence Seedorf puso en práctica este nuevo sistema el mismo día de su debut ante el Betis y sorprendió a todos al decidir que fuese Adrián quien ejerciese de capitán. Pese a su anterior etapa en el club y el excelente momento de forma que atravesaba, el asturiano no entraba en las quinielas al tratarse de un futbolista a préstamo y por tanto sin demasiado peso dentro del vestuario. El de Teverga se estrenaba así en la capitanía blanquiazul, pero el brazalete le duró muy poco ya que tras el descanso este pasó a manos de Celso Borges, un habitual en estas lides y encargado de desempeñar esa labor durante los segundos cuarenta y cinco minutos.
Seis partidos después, lo que parecía ser una clara y firme declaración de intenciones de llevar a cabo lo anunciado en cuanto a una capitanía rotatoria, ha terminado por erigir a Adrián en el hombre de confianza de Seedorf y dueño y señor del brazalete, algo que choca frontalmente con su planteamiento inicial. El asturiano es, junto a Lucas, el único futbolista que ha hecho pleno de minutos bajo las órdenes del técnico holandés, un dato que deja bien a las claras su importancia dentro de los planes del preparador blanquiazul.
Sin embargo, toda esta confianza no se está viendo reflejada sobre el césped. Más bien todo lo contrario. Lejos de ganar peso e importancia en el juego, Adrián ha pasado de ser el futbolista más desequilibrante del equipo a mostrar su peor versión, la de un jugador que sufre para lograr combinar con sus compañeros y al que le cuesta generar ocasiones claras de peligro. Los constantes cambios de posición ordenados por Seedorf le han obligado a desenvolverse como hombre de banda, mediapunta e incluso de acompañante en punta junto a Lucas o Andone, pero en ninguna de ellas ha dado la sensación de sentirse cómodo. El mal momento que atraviesa queda constatado con el hecho de que acumula siete partidos sin ver puerta, su peor racha en lo que va de temporada. El equipo echa en falta la chispa y los goles del asturiano, un capitán que ejerza como brújula y lleve el barco a buen puerto.