Flojo en ataque, sólido en defensa. Una descripción del Deportivo que se ha repetido una y otra vez, hasta tal punto que muchos han terminado por creer que el equipo de Gaizka Garitano responde realmente a esas señas de identidad. Sin embargo, los partidos y los datos que de ellos se van desprendiendo señalan que la segunda parte de la afirmación es, como mínimo, susceptible de ser matizada. Al menos, partiendo de la base de que no sólo el número de goles encajados informa sobre el buen o mal hacer defensivo de un conjunto.
Y es que esa cifra puede ser engañosa, en especial cuando no todos los participantes en un campeonato liguero han visitado todos los estadios ni se han enfrentado a todos los rivales posibles. El Dépor es el noveno que más encaja en la Liga Santander (19 goles en 12 partidos), pero ya ha jugado ante tres de los cuatro equipos más prolíficos ante la portería enemiga. Por eso puede resultar interesante examinar otro criterio: la capacidad que ha demostrado para conservar marcadores favorables. El dato está lejos de ser alentador, porque los herculinos sólo han sido capaces de terminar ganando dos de los cinco encuentros en los que hicieron el primer tanto.
El problema se ha hecho especialmente visible en las últimas jornadas. El Deportivo ha comenzado por delante en los tres últimos compromisos (Valencia, Granada y Sevilla) y no ha sido capaz de llevarse los tres puntos en ninguno de ellos. Ya había ocurrido en la quinta jornada, ante el Leganés en A Coruña, un duelo que cayó del lado visitante después de que Celso Borges firmase el 1-0. Y a punto estuvo de suceder lo mismo en la séptima fecha: un zapatazo de Ryan Babel en el 92′ evitó que el Sporting de Gijón arañase un empate en Riazor, tras igualar Sergio Álvarez un nuevo 1-0 anotado por el centrocampista tico.
Todos y cada uno de los diez goles que han logrado los de Garitano han tenido un valor en el momento en que fueron anotados. Siempre que el Deportivo ha marcado, lo ha hecho bien para adelantarse en el marcador, bien para acrecentar su ventaja, bien para empatar un partido que estaba perdiendo. No se han dado todavía dianas ‘de consolación’, maquillaje para tanteadores abultados. Esto hace que resulte más preocupante aún que 11 de los 19 goles recibidos los encajase después de haber marcado.
No hay duda: al Dépor le cuesta conservar las posibilidades de puntuar que se le presentan en los partidos. Le cuesta vencer incluso cuando golpea primero, le cuesta salvar un punto cuando la victoria se vuelve imposible y encaja más cuando tiene algún botín en las manos. Todo esto es obviamente incompatible con la pretendida etiqueta de solidez. La triste realidad es que a los blanquiazules, por el momento, les están temblando las piernas.