José Luis Mosquera (Caracas, Venezuela, 10 de marzo de 1967) fue jugador del Celta (entre 1987 y 1993) y, como entrenador, dirigió en las categorías inferiores celestes. Además, actuó como segundo de Antonio López y Paco Herrera en el primer equipo. En la actualidad, es comentarista del programa En Xogo, de la Televisión de Galicia, y profesor de la Escuela Gallega de Entrenadores. Hoy se ha pasado por riazor.org para darnos su visión del derbi gallego.
Una vez más, animados por un partido que va más allá de lo mediático, de lo técnico o de lo táctico y que se suele jugar repetidas veces durante la semana por todos (aficionados, medios de comunicación, etc…). Continuando, incluso, después del derbi.
Sin embargo, el encuentro -el real- empieza el domingo al mediodía, en él los entrenadores deberían frenar la motivación extra de los jugadores, los cuales, milagrosamente, se reponen de derrotas dolorosas de la jornada anterior y, llevados por la atmósfera que se crea, desean más que nunca que el partido llegue ya, a sabiendas de la receta balsámica que supone ganar al eterno adversario. Más que nunca, desafortunadamente, el fútbol se convierte “sólo” en un estado de ánimo.
Por un lado, un Celta que se presenta inmerso en mil opiniones sobre un “órdago” de venta, que viene de jugar un partido importante de competición Europea, pero que también quiere hacer valer la “ventaja” que tienen de jugar en su casa.
Por otro lado, un Dépor con una semana “limpia” y con menos “interrupciones” para preparar el derby, pero con la racha negativa de gol fuera de su feudo.
Ante un clásico, tienes que hacer valer tu experiencia profesional para no dejar que te sobrepasen las situaciones e inclinar la balanza de tu lado en los pequeños detalles, con los que casi siempre se deciden los partidos igualados.
En lo referente al juego, diríamos que son partidos de mucha presión sobre el poseedor, donde más que nunca se pelea por el espacio y el tiempo, provocando imprecisiones constantes y alternancias de juego para ambos equipos. Nadie quiere perder y se destruye más que se crea. Ambos pelearán por tener el balón, posiblemente el control del juego ofensivo caerá a favor del Celta, pero no el control del partido, ya que el Depor conoce que a los celestes se les puede hacer daño a la contra, incluso robándoles el balón en propio campo.
El Celta no variará su estilo y tratará de meter a los adversarios en su terreno y de obligarles a un ritmo intenso asumiendo los riesgos de campo abierto, que tantos problemas les están dando en los últimos partidos, pero tratará de sentenciar o remontar, aunque sea en los últimos minutos como nos tiene acostumbrados.
Estos partidos se suelen jugar como si no hubiese mañana, sobredimensionándolo todo. El antes y el después de los derbis producen efectos secundarios más graves que en otros encuentros. Pero, al final, en este balsámico deporte todo se cura y esperaremos, pacientemente, vivir los alrededores de otro clásico.