‘Adelante’ descubre, en su cara B, al Real Madrid. Diferentes estrellas mundiales en una constelación pendiente de otras galaxias.
Para el Deportivo, es uno de los últimos trenes para la salvación. Una oportunidad para recuperar confianza y girar la dinámica. Para el Real Madrid, un trámite. Un partido por el que hay que pasar justo antes de afrontar diez días decisivos, en los que la temporada madridista puede acabarse. Un hecho que puede equilibrar una distancia entre dos equipos que parece demasiado grande.
Horizonte. La Décima. Dos semanas decisivas.
Tras la gloria, el descalabro. En la temporada pasada, los discípulos de José Mourinho batieron todos los récords para derrocar por primera vez al mejor equipo de las últimas décadas, el Barcelona de Guardiola, y conquistar la Liga. Tan solo una tanta de penaltis evitó que fuese la campaña más exitosa de la historia moderna del Real Madrid. Doce meses después, el guión ha sufrido un giro radical. El barco parece haber perdido el rumbo tras una fuerte pugna por su timón, y es que son muchas las informaciones que apuntan a una clara división en el vestuario. Y, con un equipo que se deja ver más vulnerable que nunca -especialmente como visitante-, la distancia con su gran rival en Liga es sideral: 16 puntos. Dieciséis puntos que hacen que la temporada se concentre en torno a un único objetivo: la Liga de Campeones. La ansiada Décima.
Así el Real Madrid afronta, con el partido de Riazor, el comienzo de dos semanas decisivas para su futuro. El próximo martes, los blancos se juegan en el Camp Nou el paso a la final de la Copa del Rey, pero no deja de ser un premio de consolación en una mala temporada o un complemento en una temporada exitosa. El próximo sábado, el Clásico, siempre un partido de máxima rivalidad, pero el más irrelevante de los últimos años. Y todo para desembocar, el martes 5 de marzo, en Old Trafford, en un partido a cara de perro en el que no importarán los dos anteriores. Si el Real Madrid cae, la temporada se habrá acabado a falta de dos meses y se hablará de esta temporada como uno de los grandes fracasos en la historia reciente del equipo blanco. Si el Real Madrid permanece el pie, seguirá soñando con la opción de introducirla en el Libro Dorado del club. Pero Riazor… Riazor da igual.
La pizarra. Cómodos al contragolpe. La elaboración como penúltimo recurso.
El Real Madrid lleva todo el año buscando su mejor versión. Ésa en la que el centro del campo es solo el nexo entre la defensa y la delantera, ejerciendo Xabi Alonso como la conexión perfecta. Ésa que se basa en engañar a sus rivales, en hacerles creer que pueden llegar al área con comodidad para que generen espacios y, así, sin pasar muchos apuros con la línea de centrales Pepe – Ramos y tras robar el balón, destrozarles al contragolpe con la velocidad de sus atacantes. Ésa que, en partidos trabados, es capaz de desatascarlos con un lanzamiento lejano de Cristiano, un asistencia genial de Ozil desde el borde del área, una pillería de Di María o el instinto de Higuaín. Busca y busca, pero no la encuentra.
En estas circunstancias, José Mourinho mantiene un 4-2-3-1 dibujado sobre el césped, en el que tan solo hay una condición sine qua non. El vértice izquierdo de la línea de tres ha de ser para Cristiano Ronaldo, da igual el rival, la trascendencia del partido o la climatología. El resto de piezas son, en mayor o menor pedida, intercambiables. Y con la intensidad de los partidos venideros, es difícil prever por cuáles se decantará el técnico portugués.
Nombre propios. Estrellas del balón. Referentes de distintos países.
– Bajo los focos: Cristiano Ronaldo. El gran referente del equipo. El que siempre responde en los momentos límite. Disparo lejano potentísimo, gran velocidad, maestro del quiebro en corto, excelente rematador e inesperado llegador. Grandes cualidades que se transmiten en una productividad desconocida para los aficionados del Santiago Bernabéu.
– En la sombra: Sami Khedira. Ha logrado sobreponerse a los disfavores de la prensa y la opinión pública para consolidarse como una pieza clave en el engranaje merengue. Trabajador incansable, aporta solidez al equipo en defensa y sus llegadas al área son un recurso más de la factoría merengue. Es la temporada de su confirmación.
– La revelación: Raphael Varane. Probablemente, el único jugador del equipo blanco que se ha revalorizado en la actual campaña. Su valor de mercado se ha multiplicado tras sus últimas grandes actuaciones. Su templanza y saber estar acompañan unas condiciones físicas envidiables, en un central con condiciones para ser referente en su generación.
– El ‘bluff’: Karim Benzema. En una primera mitad de temporada decepcionante para la hinchada madridista, su caso es, a nivel individual, el más preocupante. Seis goles en 19 partidos es una cifra muy pequeña para el nivel que se le presupone, y ha perdido su otrora excepcional participación en el juego colectivo del equipo.
Aficionado ilustre. Talant Dujshebaev. Amo sobre la madera, aficionado sobre el césped.
Nacido en la extinta URSS a finales de los 70, aunque nacionalizado español a mitad de los 90, pocos deportistas nacionales llegaron tan lejos en su deporte como Talant Dujshebaev. No en vano, fue escogido segundo mejor jugador del siglo XX. Sobre la madera, un genio difícilmente repetible. Pero tiene otra pasión: el fútbol. Y es que aunque actualmente es el entrenador del BM Atlético de Madrid, Dujshevaev siempre ha sido merengue. «Desde pequeño. Vivíamos en la URSS, pero nos gustaba mucho el fútbol. Un hermano mío era del Barça, otro del Liverpool, otro del Bayern y yo, el pequeño, del Madrid», confiesa. «Es algo capaz de cambiar mi estado de ánimo, desde siempre ha significado algo muy especial ir al Santiago Bernabéu», reconocía en una entrevista.
Seguro que no lo sabes… Solo dos ‘dobletes’. Liga y Champions no encajan bien.
Ningún otro club en el mundo puede presumir de las vitrinas que tiene el Real Madrid. Sobre todo por sus nueve Copas de Europa, pero también por sus 32 Ligas. Sin embargo, en tan solo 2 de esos 9 reinados europeos, el equipo consiguió también conquistar el título nacional. Fue aquel magnífico equipo que conquistó cinco torneos seguidos. Desde entonces, éxito en la Liga de Campeones ha significado decepción en Liga. Por ejemplo, en sus últimas tres conquistas, el equipo quedó 4º (1998), 5º (2000, cuando el Dépor fue campeón) y 3º (2002). El caso de su gran rival, el Barça, es radicalmente opuesto: las cuatro Champions League conquistadas han coincidido con el triunfo liguero.
Once histórico (1990-2013). Nueve zidanes y dos pavones. Muchos de los mejores jugadores de las últimas dos décadas.