El dolor del aficionado deportivista, la victoria del Celta en las áreas y en el centro del campo, la figura de José Rodríguez o las críticas a Oriol, temas de interés de este análisis de #oNosoDerbi.
1. Si eres un seguidor fiel de un equipo -de esos que lo viven, que lo sienten y que lo sufren- te duele cuando este pierde un partido. Sea cual sea. Casi hasta los que son de pretemporada. Pero si el encuentro en el que caes derrotado es contra el máximo rival histórico del club de tus amores, el dolor y la frustración es aún mayor. Esto es lo que ha vivido en sus carnes la afición deportivista después del partido del sábado ante el Celta de Vigo. Dolor y frustración. No obstante, si en algún ámbito de la vida te llega antes la posibilidad de revancha es en el deporte. Ahora toca pensar en el Almería, después en el Sevilla y luego en el Valencia. Dejar atrás los sentimientos que hayan causado este derbi y luchar por salvar el objetivo de la temporada. De esta forma, y solo así, el año próximo habrá opción de echar otro pulso.
2. Pasemos ahora a analizar el partido. Decía Víctor Fernández al término del choque que el partido se había decidido en las áreas. Estoy de acuerdo en la afirmación, pero le faltó la segunda parte de la oración. «El partido se decidió en las áreas y en el centro del campo». Eso debió decir. El Celta, efectivamente, estuvo más efectivo y eficiente en las áreas. Más resolutivo, al fin y al cabo. Además, Sergio estuvo a un nivel altísimo y dio aire a su equipo cuando más lo necesitaba. Pero ojo, el Celta no solo ganó al Dépor en las áreas, también lo hizo en el centro.
Los 20 primeros minutos, mientras les duraron las fuerzas, Álex Bergantiños y Celso Borges contuvieron y minimizaron el impacto que los tres del centro del Celta -Augusto, Krohn-Dehli y Radoja- quisieron imponer. En cuanto se soltaron de la asfixiante presión y encontraron la espalda del coruñés y del costarricense sometieron al Dépor. Los 15 minutos previos al descanso fueron de un dominio total visitante. Y no gracias al desempeño en las áreas, si no al trabajo en el centro del campo.
3. Mientras que el Celta contaba con tres futbolistas para dominar el centro del campo y ocupaba los espacios como nadie, el Dépor carecía de ese tercer jugador que ayudase a Álex y a Celso. Quizá lo esperaba Víctor de José Rodríguez, intrascendente en el costado diestro y con capacidades para la creación, o se olvidó de pedirle a Lucas Pérez que desde la mediapunta fuese generoso con sus compañeros en el trabajo defensivo. A fin de cuentas eran tres contra dos en la medular, donde se gesta el fútbol en cada partido. Fue insuficiente y el Celta supo aprovecharlo. 61% de posesión en la primera parte para acabar con un 54% al final del encuentro.
4. La mayor duda en el once de Víctor Fernández los días previos al partido era si utilizaría a José Rodríguez o escogería la opción de Isaac Cuenca para la banda derecha. ¿Qué habría pasado con el catalán en el campo? Pues seguramente no se hubiese solucionado el problema del centro del campo, pero sí se le hubiesen dado más quebraderos de cabeza a la defensa celeste. Seguramente con tres jugadores como Cuenca, Lucas y Cavaleiro, hombres con cierta calidad técnica, hubiesen obligado a que las ayudas de Radoja y Augusto se multiplicasen. De esta forma, ni el argentino ni el serbio estarían cómodos en la distribución junto al danés. Pero todo esto, en condicional, no deja de ser un supuesto, un podría. El míster apostó por José Rodríguez y es imposible saber con certeza qué hubiese pasado con Isaac.
5. Creo que en estos momentos a nadie se le escapa que el Celta de Vigo es superior al Deportivo como bloque y en individualidades. Como equipo se conocen, se entienden y se complementan. Llevan dos años consecutivos con una plantilla similar, manejando el mismo dibujo -a pesar de tener diferente entrenador- y sin cambiar las piezas clave de la columna vertebral. Esas piezas clave, jugador por jugador, no las encuentras en la plantilla blanquiazul. Nolito, Krohn-Dehli, Orellana o Augusto Fernández son algunos futbolistas a los que el Deportivo no tiene acceso en los mercados en estos momentos. No es por poner excusas, pero en cualquier análisis conviene conocer todos los detalles.
6. Y, a pesar de ello, se pudo puntuar. A pesar de que el Celta tenga mejores jugadores y un equipo más formado. A pesar de que Eduardo Berizzo le hubiese ganado en la pizarra a Víctor Fernández. A pesar de que el Celta materializase las jugadas que no consiguió materializar el Dépor. A pesar de que el Celta haya sido mejor durante más minutos. A pesar de ello, se pudo puntuar y no sería una situación injusta (14 tiros del Dépor por 8 del Celta). Lo que son los derbis.
7. Estos partidos, como se viene diciendo desde que nació Napoleón, se deciden por detalles y en este partido hubo cuatro esenciales para entender el resultado final. El primero es el de Oriol en el tanto que inauguró el marcador. Balón de cara en campo contrario que por error recibe Augusto y ahí empieza el contragolpe (una contra que, por cierto, pudo parar Borges en el centro del campo). El segundo detalle es el acierto de Sergio, conteniendo al Dépor cuando peor estaba el Celta, y los fallos de los atacantes blanquiazules de cara a puerta, sobre todo el ariete catalán. El tercer detalle, la juvenil expulsión de Alberto Lopo. Lento y poco ávido, el zaguero que ya arrastraba una amarilla desde el minuto cinco entró sin mesura a Charles junto a los banquillos y acabó en el vestuario. Lopo dejó al equipo con uno menos y con defensa de tres buscando el gol del empate con 15 minutos por delante. El último y cuarto detalle llegó, aún con diez minutos de margen, en un error de entendimiento entre Luisinho y Fabricio que aprovechó Larrivey para sentenciar el partido.
8. Después del partido de lo que más oí hablar fue de las ganas que le puso Lucas Pérez y de los fallos de Oriol Riera, este último un tema de debate recurrente en estos días. El de Vic tuvo dos errores muy graves que a la postre fueron determinantes. El primero, como comentábamos antes, al perder el balón que terminó en el gol de Charles y el segundo al malograr una excelente ocasión para poner el empate. Sí, es cierto que los delanteros están para marcar goles y que el catalán atraviesa un mal momento de forma en ese aspecto. Pero es goleador -sus números así lo demuestran- y los goleadores van por rachas. Dejémosle que coja la suya. Además, su trabajo es innegable y su juego de espaldas abre huecos para los rápidos jugadores de segunda línea como Cavaleiro o Lucas. Sin Toché o Postiga, ¿quién va a hacer mejor ese trabajo que él?