Hablamos del partidazo de Riazor, de la fragilidad defensiva del Dépor por las bandas, del tercer gol visitante o de los pitos a VF en el análisis del encuentro entre gallegos y andaluces.
1. El del sábado en Riazor me pareció un partidazo. No por los siete goles que al final reinaron en el marcador, que también, si no por la calidad en el juego ofensivo de ambos equipos. De hecho, no fueron los goles lo que me hicieron hablar de partido vibrante, pues ya dije en redes sociales que me había parecido un partidazo cuando en el descanso iban 1-1. Una pena ser seguidor de alguno de los equipos y no poder disfrutar del fútbol en estado puro que exhibieron ambos conjuntos.
2. Tras un par de meses en los que el Deportivo había puesto un candado mucho más difícil de romper en su portería que en los primeros meses de competición, el sábado volvió la versión de un Dépor excesivamente frágil en el aspecto defensivo. Cuatro goles que pudieron ser más de no ser por Fabricio. Aquí viene bastante bien hablar de la teoría de la manta, que te tapa los pies o te tapa la cabeza. El Dépor llevaba varios partidos sin marcar y se destapó los pies. En este aspecto, tuvo bastante que ver el planteamiento de Víctor Fernández. En un tú contra mí, en un correcalles, en un intercambio de golpes contra el Sevilla, el Dépor tiene más que perder que el conjunto dirigido por Unai Emery, que amplia su idilio con el Deportivo con otra victoria más. La plantilla del Dépor es inferior a la del Sevilla y quizá mirar a los ojos al rival desde el principio no haya sido el mejor de los planteamientos.
3. A pesar de que el planteamiento ofensivo no dio frutos, pienso que el Deportivo perdió sus opciones de ganar o incluso de puntuar por culpa de los constantes dos contra uno que buscaba el Sevilla en banda. Las pocas ayudas en defensa de Cuenca y Cavaleiro a Juanfran y Luisinho provocaron que tanto por el costado diestro (con Diogo y Aleix Vidal) como por el costado zurdo (con Fernando Navarro y Vitolo) los hispalenses entrasen a su gusto en el área blanquiazul. Tocaban a su antojo en los últimos metros y llegaban a línea de fondo con una facilidad insana para los gallegos. Fue visible el enfado de Víctor Fernández con sus hombres de ataque en el segundo gol visitante.
4. Un Víctor Fernández, por cierto, muy discutido por la afición, que con 1-3 tuvo que escuchar gritos de «dimisión, dimisión». Esos pitos, casi por primera vez esta temporada, son pitos que no comparto. El Dépor ahora juega al fútbol, no como antes que vivía a merced de su rival. Presiona, dirige, combina en tres cuartos, crea peligro… y compite contra el mejor de los adversarios. El Dépor no fue inferior al Sevilla en el partido, pero sí tuvo menos puntería de cara a puerta y defendió peor las acometidas por banda de su contrincante. No creo que este sea el momento más oportuno para silbar a un entrenador que, aunque le ha costado, le ha cambiado la cara al equipo. Si el Dépor es capaz de mantener este nivel contra equipos de ‘su’ Liga, la salvación no debería preocupar.
5. Uno de los temas de debate llegó en el tercer gol del Sevilla. Antes del penalti señalado por Teixeira Vitienes, la jugada venía de un disparo desde la frontal del área de un jugador hispalense que choca de forma violenta contra la cabeza de Juanfran Moreno se va al suelo a los dos segundos de que el balón le impacte, seguramente conmocionado, y ni el árbitro para la jugada ni el Sevilla la echa fuera. Quizá la jugada es interpretable, si el jugador se deja o no caer ante el peligro visitante. Al principio pensé que sí lo había hecho, pero ahora tengo motivos suficientes (entre otras cosas, visionarlo infinidad de veces) para asegurar que el pelotazo le hizo perder la consciencia. Después, el balón le llega a Vitolo -es Juanfran además el que rompe el fuera de juego-, que se interna en el área antes de que Insua le derribe. Para mí no es el Sevilla el que debe parar la jugada, si no el árbitro. Con un jugador en el suelo tras recibir un duro impacto en la cabeza y que aún encima intercede en la jugada, como árbitro debes dejarte engañar. Porque sí, puede ser que te la esté intentando colar. Pero de no ser este el caso y que sea verdad que el futbolista del suelo esté verdaderamente mal, tú como árbitro no puedes dejarlo correr como si no pasase nada. Mal Teixeira y lógica la actitud del Sevilla.
6. El que consiguió reivindicarse en el partido fue Oriol Riera. El delantero catalán ya avisó que los goles acabarían entrando. Mientras, pocos negaban que su trabajo estaba siendo muy influyente en el juego de ataque herculino. En las dos acciones que protagoniza contra el Sevilla realiza movimientos exquisitos, de delantero rematador y que sabe moverse en el área. En el primero remata casi sin marca el centro de Cavaleiro, pero en el segundo tiene que buscarse el hueco para aparecer al centro de Luisinho. Su movimiento en el segundo gol es de delantero total y lo podemos apreciar en estas imágenes.
7. Se lleva hablando varias semanas del mismo tema, pero quiero hacer hincapié en ello nuevamente. Más de lo mismo en los lanzamientos a balón parado. Sin un ejecutor fijo y sin estrategia predefinida, el Deportivo desperdició un total de cinco saques de esquina y otras tantas faltas laterales sin hacer ni un mínimo de daño. Señores, esto es Primera División y aquí no esperan por nadie.