Ayer se confirmó de manera oficial. Después de varias semanas sonando, y no sin polémica, Natxo González es el nuevo entrenador del Deportivo. Tras un año de menos a más en Zaragoza, pero con final agridulce, el técnico vitoriano aterriza en A Coruña para comandar el nuevo proyecto deportivista en Segunda. Charlamos con Luis Fando, que sigue la actualidad del Real Zaragoza en el Periódico de Aragón. Él nos traza un perfil sobre el nuevo preparador del Deportivo de la Coruña.
Perfil de Natxo González
Una despedida deshonrosa embarró todo el buen trabajo que ha dejado Natxo González en Zaragoza. Cuando el preparador llegó al club blanquiazul se encontró un suelo lleno de cenizas. Apenas quedaban en pie algunas estructuras de una temporada pasada funesta. El equipo había estado muy cerca de descender a Segunda B, por lo que se borró casi todo el rastro de aquel curso para iniciar un nuevo proyecto. A su disposición se puso una plantilla de gran juventud, de hecho, muchos de estos futbolistas jamás habían jugado en el fútbol profesional español. Desde el primer momento, Natxo tomó la vitola de técnico instructor que debía crecer junto a las adversidades propias de un club envuelto por una fuerte exigencia.
Natxo González era la piedra angular de un proyecto a largo plazo, ya que el objetivo era asentar los cimientos de este bloque durante el primer curso; la meta que se estableció fue alcanzar los 66 puntos. A partir de esta premisa se trabajó bajo los complicados mecanismos que Natxo siempre trata de inculcar a sus pupilos, repleto de matices que cuestan asimilar. El juego se fue desarrollando positivamente, pero el equipo no encontraba la fiabilidad y el equilibrio en ambas áreas. En el recuerdo quedó una segunda parte colosal del Real Zaragoza en el Carlos Tartiere, con un fútbol exquisito pero sin puntería para romper el 2-2 final. Pero los marcadores favorables no llegaban y la escuadra se encontraba cada vez más cerca del descenso que de la zona noble. Una curva descendente que se tradujo en sensaciones pobres, con partidos que hacían presagiar un final negro.
La vuelta de vacaciones de Navidad trajo un cambio de mentalidad y de composición. Natxo implantó una variante en su sistema de juego. Sentó un 4-4-2 con forma de rombo en el medio, donde Eguaras era el centrocampista único, el faro. Por delante juntó a dos interiores como Zapater y Raúl Guti -también Javi Ros- que hacían funcionar los engranajes gracias a su fuerte despliegue físico. Esta forma permitió al Zaragoza adquirir una personalidad en el campo, ya que se trataba de un esquema que sacaba lo mejor de cada futbolista y cada futbolista permitía que fluyera esta formación. El equipo consiguió acercarse a esa fiabilidad que tantas horas de sueño le quitó a Natxo durante el año. Un ajuste de piezas que hizo al equipo más seguro en defensa y que le permitió ser más fiable en ataque. De hecho el Real Zaragoza dejó la portería imbatida en 13 ocasiones, cerca de las 17 del Reus de Natxo. Se trató de una mejora que se explica desde el colectivo, pero que no se podría llegar a entender sin las intervenciones milagrosas de Cristian Álvarez y la explosión goleadora de Borja Iglesias.
Quizás una de la mayores virtudes de Natxo González ha sido su mano con la gente joven y los valores de la cantera. Él ha sido uno de los maestros de esta generación joven, de los que ha conseguido extraer un grandísimo rendimiento. Suya fue la decisión de apostar por chicos de la casa como Daniel Lasure o Raúl Guti, que terminaron siendo piezas indispensables para el Zaragoza. En el momento que el equipo alcanzó su madurez competitiva se atisbó la poderosa identidad de esta plantilla. Un equipo equilibrado, sobre todo en La Romareda, que incorporaba muchas piezas en fase ofensiva. Se trataba de un juego desde la posesión, con jugadas largas y elaboradas, aunque llegó un punto donde el conjunto zaragozano amplió sus registros para obtener triunfos al contraataque, a balón parado o sabiendo gestionar desde la defensa una renta favorable.
Puede que en otro contexto deportivo se hubiera cesado a Natxo González a mediados de temporada. Pero Lalo Arantegui abogó por su continuidad y los resultados acabaron siendo contundentes. El equipo logró su mejor posición en estos cinco años en Segunda -tercero con 71 puntos-, y ha dejado un excelente trabajo con muchos futbolistas que han explotado en la categoría y que tendrán una evolución más favorable. La inexplicable eliminatoria de ascenso ante el Numancia y su salida ha difuminado todo lo que se ha conseguido en una segunda vuelta fantástica. Un legado de Natxo González que ha tenido una alta valía en términos deportivos.