Tras la charla con Oltra esta semana, Borja Fernández podría debutar al fin con el Deportivo frente al Valladolid, el equipo donde mejor rendimiento ofreció en el terreno de juego.
En una de esas casualidades que a veces depara la vida, Borja Fernández podría debutar con el Deportivo en el estadio en el que más veces fue aplaudido. El mediocentro ourensano está siendo un habitual de las últimas convocatorias y José Luis Oltra mantuvo una charla con él después del último entrenamiento, indicios que invitan a pensar que, tres meses después de su fichaje, Borja por fin podría vestirse de blanquiazul. Sería ante el Valladolid, el rival más especial para el centrocampista de 31 años.
Y es que, de su dilatada carrera, en el Estadio José Zorrilla fue donde Borja disputó más y mejores temporadas. Llegó en la 2006-2007 al club vallisoletano procedente del Real Mallorca, donde no tuvo muchas oportunidades pese a llegar cedido por el Real Madrid. En su primer año en Pucela solo se perdió un partido de Liga por sanción , disputó 37 e incluso anotó dos goles. En la temporada siguiente volvió a ser indiscutible, jugó 31 encuentros y se convirtió definitivamente en una pieza clave. En la tercera campaña ofreció unos números similares, y fue en la 2009-2010 donde Borja demostró todo su potencial, jugando 2484 minutos y liderando el centro del campo vallisoletano, haciendo gala de su gran colocación y de su buen juego aéreo.
Tras esta gran temporada fue traspasado al Getafe en la 2010-2011, después de defender los colores del Valladolid en 140 partidos de campeonato liguero, marcar cuatro tantos y, sobre todo, dejar una huella imborrable en la afición, que le despidió ovacionado en su último partido. En Getafe, lastrado por las lesiones, apenas jugó 459 minutos de Liga y tuvo que aceptar el rol de suplente primero y descarte después, hasta acabar cedido en el Deportivo a cambio del centrocampista Rubén Pérez en uno de los culebrones del verano futbolístico.
Hasta ahora, una lesión de pubis ha impedido a Borja demostrar su fútbol a la afición de Riazor, que este verano le recibió dividida entre el escepticismo por su rendimiento profesional y la sospecha de un ‘amor celeste’. El mediocentro de 31 años puede empezar este domingo a abrir el melón y disipar las dudas. Sería en Valladolid, la tierra donde triunfó y que tan mal se le ha dado en los últimos años al conjunto coruñés.
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