Si el sistema defensivo, sólido y fiable, es la cara en los primeros tiempos del Dépor de Gaizka Garitano, la cruz es el ataque, que sufre lo indecible para generar ocasiones de gol y materializarlas. La aparición de Emre Çolak en el equipo titular ha aportado fluidez a los intentos del equipo, pero la mejoría colectiva depende de que otros futbolistas vayan elevando su rendimiento. Uno de los llamados a asumir responsabilidades cuanto antes es Bruno Gama, aún distante del recuerdo que dejó en la memoria blanquiazul en su etapa anterior.
El luso está siendo, por el momento, uno de los indiscutibles del técnico deportivista. Sólo dejó de jugar ante el Athletic de Bilbao por problemas físicos y ante al Atlético de Madrid por rotaciones generales. En los otros cinco encuentros formó parte del once inicial, si bien terminó siendo sustituido en cuatro de ellos. Nadie puede decir que le falte sacrificio, ni que se esconda del balón en las proximidades del área enemiga. Sin embargo, a Bruno Gama no le están saliendo las cosas: no desborda, no genera peligro y tampoco ha aportado ningún gol.
Jugadores como Ryan Babel, Marlos Moreno o el propio Emre Çolak pueden alegar que necesitan un periodo de adaptación a la Liga. No es el caso del portugués, que conoce perfectamente la competición, la ciudad y el club. Probablemente por eso se esperaba de él un rendimiento inmediato, una versión lo más parecida posible a la que exhibió en Riazor antes de poner rumbo a Ucrania. Pero un ejercicio de memoria permite recordar que, ya en su anterior periplo en el Deportivo, Bruno tuvo siempre una peculiar tendencia a mejorar en la segunda mitad de las temporadas.
Entre las campañas 2011/12, en Segunda División; y 2012/13, en Primera, el extremo participó en un total de 67 partidos de Liga con la camiseta blanquiazul, en los que anotó 13 goles. Pues bien, 11 de esos tantos llegaron en la segunda vuelta del torneo de la regularidad. Un dato que habla de un rendimiento que suele ir de menos a más, alcanzando su cima en el tramo decisivo del curso. Cierto es que en el primero de esos años tardó en arrancar debido a una lesión, pero en el segundo fue titular en las 38 jornadas y la inercia fue idéntica.
Gaizka Garitano deberá ingeniárselas para encontrar la manera de acelerar la explosión del de Vila Verde, que por cualidades y experiencia está obligado a convertirse en uno de los pilares del Dépor en la lucha por amarrar cuanto antes la permanencia en la máxima categoría. Por lo pronto, el preparador lo intenta a base de minutos y confianza; pero el progreso de Ryan Babel, la próxima recuperación de Carles Gil y las ganas de los jóvenes Borja Valle y Marlos Moreno amenazarán la continuidad de un hijo pródigo al que aún se espera en Riazor.