La derrota ante el Real Betis Balompié deja al Dépor tocado y casi hundido. No me refiero a una cuestión numérica, ya que la salvación se encuentra a un solo punto, sino más bien a sensaciones que transmiten los últimos encuentros del equipo.
La derrota ante el Real Betis Balompié deja al Dépor tocado y casi hundido. No me refiero a una cuestión numérica, ya que la salvación se encuentra a un solo punto, sino más bien a sensaciones que transmiten los últimos encuentros del equipo. La paciencia que tradicionalmente ha mostrado Augusto César Lendoiro con los entrenadores, se convierte a día de hoy en un inconveniente. Creo que la etapa de José Luis Oltra está llegando a su fin. A favor del técnico valenciano aparece el, para mí, meritorio ascenso la temporada pasada, y la realidad de que la plantilla actual muestra unas carencias importantes para afrontar con garantías este importante año en Primera División.
Ahora mismo, el Dépor necesita un técnico de características diferentes a Oltra. La inseguridad defensiva, 31 goles encajados, provoca que los nuestros sean el segundo conjunto más goleado de la categoría. Muchos ya preveían que la temporada sería dura en ese sentido. El fichaje de Marchena alivió un poco esa idea, aunque a medio plazo ha quedado demostrado que se necesitan refuerzos.
Si todo esto no fuera suficiente, el fin de semana nos dejó un error grave del técnico blanquiazul. La sustitución de Roderick en lugar de Bodipo desordenó a un Dépor que estaba en disposición de ganar. En rueda de prensa no hubo rastro de autocrítica. Hace algunas semanas, Onda Madrid, la radio en la que trabajo, mantuvo una charla con José Luis Oltra antes del encuentro ante el Real Madrid. En ella, Oltra comentaba que su empresa de representación, Bahía, le guiaba y recomendaba el mensaje que debía trazar antes de sentarse en una rueda de prensa. El Calderón aguarda en una semana complicada para todos. La situación no es límite pero ciertos comportamientos provocan que las primeras luces de alarma se enciendan en torno al equipo.
TERMÓMETRO DE LA AFICIÓN:
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