Hay futbolistas que serán recordados por acciones individuales espectaculares. Jugadores que hacen regates muy plásticos, delanteros que no paran de marcar goles, defensas casi imposibles de superar… Pero luego hay otro tipo que hacen un fútbol que parece sencillo, que lo ves y consideras que eso es muy fácil de hacer, que da la sensación que apenas se esfuerza (aunque evidentemente es todo lo contrario. Ni sencillo ni sin esfuerzo), en esta categoría incluyo a Cani.
El maño es todo talento y calidad. La pausa que tuvo contra el Betis antes del tanto de Fayçal es de las que merecen pagar una entrada. Se para lo justo para que le rebase Navarro, y lo hace de tal modo que provoca que el rival tampoco se atreva a hacerle ninguna entrada por miedo a cometer penalti.
A Cani le das el balón y, en la mayoría de las ocasiones, mejora la acción que le precede. Puede tocarla a la primera y crear un espacio o puede aguantarla para esperar a que lleguen sus compañeros. Mueve el balón con criterio y hace mejores a los que le rodean. Ese espacio del que hablábamos permite que el receptor tenga más tiempo para pensar y eso, en el fútbol profesional, es un privilegio.
Evidentemente, estamos ante los últimos momentos de su carrera, pero en el Dépor, cuando ha jugado, también se ha esforzado en defensa. Le está tocando actuar en banda y ayuda al lateral. Para mí, el equipo es mejor con él en el campo. Hay más alternativas de juego. La pausa y la tranquilidad que tiene su fútbol es el contrapunto perfecto a la velocidad y verticalidad de Lucas. Y los desmarques del siete también se pueden ver beneficiados por los pases del aragonés. Una pena su lesión. Ojalá se recupere pronto porque disfruto como espectador cuando maneja el balón.