En el frío mercado de invierno de la temporada 2014-2015, y con el maño Víctor Fernández como entrenador del Deportivo, aterrizó en A Coruña un centrocampista costarricense procedente del AIK de la liga sueca cuyas características eran desconocidas para un gran sector de la afición blanquiazul. Poco tiempo tardó Celso Borges Mora en descubrir a la hinchada su brillante capacidad rematadora.
Debutó el 30 de enero del 2015 en Vallecas, con el equipo 16º y a tan solo dos puntos de la zona de descenso, y ante el Rayo el mediocentro actuando como titular anotó dos goles que sirvieron para que los herculinos sumasen tres puntos vitales para la permanencia (1-2). Además, en la jornada siguiente, volvió a jugar de inicio y los coruñeses sumaron una nueva victoria ante el Eibar (2-0), consiguiendo así enlazar dos partidos ganados de manera consecutiva, la única ocasión en esa campaña. Esa ‘mini-racha’ fue un espejismo de lo que vendría después, ya que no hubo nuevas victorias y en la jornada 30 Víctor Fernández fue destituido y su lugar lo ocupó su tocayo Sánchez del Amo.
Desde su llegada en invierno, esa temporada disputó como titular todos los encuentros menos el de la 32ª jornada ante el Atlético por sanción, y fue un fijo en los esquemas de sus dos técnicos. Ya al año siguiente y tras lograr la permanencia, el ‘tico’ cedió algo de protagonismo en favor de Álex Bergantiños, jugó un total de 24 choques, 21 desde el inicio y tres saliendo desde el banquillo, y sumó tres tantos a su cuenta particular, los mismos que en su año anterior.
En el actual campeonato y con Gaizka Garitano como preparador, el futbolista costarricense volvió a convertirse en una pieza fundamental del Deportivo, y suma ya 17 partidos en Liga y cinco goles que lo convierten en el segundo máximo goleador del equipo solo por detrás de Florin Andone. Llegó sin hacer demasiado ruido, y a sus 28 años, se encuentra en el que seguramente es su mejor momento con la elástica deportivista. En pleno apogeo de trabajo por parte de la secretaría técnica del club, el ‘tico’ es un claro ejemplo de que los fichajes en el mercado invernal pueden ser algo más que un simple parche.