A. Calviño analiza en su ‘Alta Definición’ el inicio del Deportivo en esta larga y dura Segunda División.
Comenzó la (pre) temporada y suerte de triunfo anodino en Las Palmas, pues el Córdoba se llevó de Riazor lo que le debía Oltra y el equipo del récord desde hace dos años, cuando el Jémez prehype maravilló a Riazor con un meneo que no encontró éxito. Si por aquel entonces valieron la fortuna y la pegada, ambas se alejaron esta vez; mismo deambular siguió el juego, que mostró -con Juan Domínguez disfrazado de mediapunta fantasma- una previsibilidad a la altura de los mejores telefilmes de sobremesa, pero sin cuchillos, maridos agresivos o conspiradoras amantes mediante. Poco destacable, entonces, más allá de la solidez que demostró el equipo -al fin y al cabo, los de la Mezquita tuvieron una y media- y el pundonor de la chavalada para intentar dar la vuelta a un partido cuesta arriba. Paciencia, pues. Que hace dos años éramos la extravagancia edulcorada de las fiestas del Gatsby de Luhrmann, dominando la Segunda con festivales de goles y ocasiones, música de trompetas y el elefante blanquiazul arrasando con todo, pero ya no somos nada de eso. Si acaso, un grupo desordenado de presumible talento e insultante juventud. Paciencia, que muchos siguen con pie y medio en las inferiores y otros tantos están aún maravillándose con la bahía y la Torre.
Quien sí dio muestras de altísimo nivel fue el káiser Insua, que a sus 20 jerarquiza la defensa mostrándose sereno y fiable, con un talento defensivo superlativo; tanto, que parece innato. Por eso no resulta difícil imaginar a un pequeño y mocoso Pablo organizando una línea de cuatro en los partidos del recreo contra 3ºB. Coño, que poco falta para unas líneas sobre el de Arzúa. Y en un equipo romo, plano, soso y horizontal, destacó un Rudy –en adelante, Carlos Wilson o Cachicote- del que ya podemos confirmar que baila fenomenal, suave como una palmera. Junto con un sorprendente Juan Carlos –sobrado en Tercera, perdido en el pirineo aragonés-, Carlos Wilson fue de los únicos que lo intentaba y se ofrecía, casi el único que rompía líneas y aportaba algo diferente, aún entre toda esa maraña de malabarismos y pirotecnia. “Dale el balón al negro, que es de los que sabe, joder”.
Pero, pese al ofuscado debut en casa, paciencia. Paciencia, que con un par de piezas, hay plantilla para hacer playoffs, cuando hace un par de meses rogábamos por no repetir lo del Racing de Santander. Paciencia, que el bloque es nuevo y solo van dos partidos, además de un aburrido y sin sabor Teresa Herrera, ensayo para ver cositas y a un Bicho por el que corre fútbol. “Estate quieto Bichiño, joder, que esto lo retransmiten para toda España”. Y volviendo a las piezas, Bale al Madrid pero en Coruña: Geijo. Al final, tanto hablar de él, tanto esperar por él, que tremendo será el golpe si llega y no rinde. Cosa no muy descabellada –esperemos que no-, por otra parte, pues de aquel Geijo sobrenatural que la rompió con el Granada han pasado varios años. Y desde entonces, poco más que la nada. Quizás su hada madrina se haya ido de vacaciones, o quizás le falte todavía confianza o no haya encontrado su sitio o qué sé yo, que de fútbol sabemos tanto todos y no sabemos nada.
Así que, por ahora, Borja Bastón es el único fichaje -y acierto de Lendoiro- para la delantera. Aquí todos locos con cualquier novedad, constantemente perturbados y en un vacío entero blanquiazul, y Augusto a lo suyo, el jodido Jack Nicholson-Randle McMurphyen de Alguien voló sobre el nido del cuco queriendo salir siempre por la ventana. Parece que está de vuelta su olfato, aún con piruetas financieras e imaginación contable, sin un duro y atado de manos, con la historia, los títulos y la afición como atractivo y avales. ¡MacGyver Lendoiro! Tan solo falta que traiga a un brasuca –a un brasuca bueno, se entiende- diciéndole que esto es Copacabana para semejar volver a los viejos tiempos. Y sí, se han ido tres canteranos para que venga Bastón, pero ya estaban con ambos pies fuera igualmente y se ha asegurado un porcentaje sobre ellos en caso de futura venta: ni tan mal, oiga. Los chavales están en su derecho de querer mejorar, de encontrar otro lugar que se adapte mejor a lo que ansían, a sus preferencias o a sus ambiciones; y la afición en el suyo de no darle importancia y dejarlos ir. “Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite”. Así, una frasecita de esas empalagosas y todo resuelto, tan win win como algunas exclusivas. Otros que nos querían, o creemos que nos querían, o queremos creer que nos querían, ya se han marchado; y algunos, por una puerta bastante más pequeña de la que merecían. ¿Por qué han de importar tres chicos que solo han jugado en las inferiores y deseaban salir? Cada uno busca su propio bien. Sin acritud.
Y mañana, mañana el Sabadell. Que estamos aquí, a copazos en el salón con la música puesta, pero la noche ya ha comenzado ahí fuera y nosotros todavía a medio vestir. Tarde, sí, pero iremos con todo al baile. Al final, el césped es el que manda, lo único que importa. Ese césped y unos fulanos con NUESTROS COLORES por los que hemos estado en modo taquicardia estos últimos meses. Tanta paz lleves como descanso dejas, santísimo verano 2013 de los cojones. ¡Arranquemos!