Apenas se le ha escuchado hablar, porque todavía no domina castellano ni gallego. Su fútbol no da para armar seductores vídeos en YouTube, así que pocos pudieron presumir de conocerlo desde antes de su aterrizaje en A Coruña, el pasado mes de agosto.
Apenas se le ha escuchado hablar, porque todavía no domina castellano ni gallego. Su fútbol no da para armar seductores vídeos en YouTube, así que pocos pudieron presumir de conocerlo desde antes de su aterrizaje en A Coruña, el pasado mes de agosto. Aunque alguien en el club manejaba informes positivos, el común de los mortales deportivistas se habría encogido de hombros al escuchar el nombre de Cezary Wilk hace apenas unas semanas. Y de hecho, mes y medio después de su llegada, el primer polaco que se ha enfundado la blanquiazul en más de un siglo de historia continúa siendo un misterio; si bien empieza a despertar más interés que recelo.
Wilk se quedó con las ganas de debutar en el primer partido de Liga Adelante, ante la UD Las Palmas. En el segundo, contribuyó a la planicie de un doble pivote sin fútbol, con Juan Domínguez adelantado a la mediapunta frente al Córdoba tras la expulsión de Culio en Canarias. Mal día para el estreno. Volvió al banquillo en la visita al Sabadell y el Dépor carburó con el motor del último ascenso, la dupla Álex – JuanDo. Pero con ellos y sin Cezary, el Murcia supo calcar el guión del Córdoba y se convirtió en el segundo equipo capaz de asaltar Riazor.
La Copa del Rey ofreció una nueva oportunidad al polaco. No estuvo fino en el primer gol encajado en el Nuevo Arcángel y, como el resto de sus compañeros, tampoco rayó a gran altura días después en El Molinón. Pero ya para entonces las lesiones y las estrecheces de la plantilla habían empujado a Bergantiños al eje de la defensa, brindando continuidad a Wilk como escudero de Domínguez. Y por fin, el hombre que vino de Cracovia empezó a exponer lo que puede ser su aportación a este equipo, donde los recursos son tan limitados que ninguna cuota sobra.
A la espera de conocer a ciencia cierta el techo real de su rendimiento, no parece que Cezary vaya a ser un mediocentro sobresaliente. Quizá ni siquiera sea titular cuando cada jugador ocupe su posición natural. Pero sí parece insinuar una virtud relevante para quien actúa en su puesto: conoce sus limitaciones e interpreta las de sus compañeros. De modo que, sin ser un prodigio en ninguna faceta específica, Wilk trata de orientar su trabajo a donde se le necesita, de minimizar riesgos, de evitar errores o rebajar el impacto de sus consecuencias.
Todavía es pronto para saber si ‘el galán de Hollywood’, como lo presentó Lendoiro, será importante en este Dépor. Otros con su misma misión defraudaron tras transmitir buenas sensaciones en sus primeros pasos, los Juca, Antonio Tomás o Rubén Pérez. Pero mientras Culio aún no justifica sus galones, mientras Rudy todavía no logra que lo vistoso resulte útil, el silencioso polaco cuasi anónimo avanza lenta y firmemente, sin artificios pero sin padecer el ‘efecto gaseosa’. El sábado, Riazor seguirá conociendo a Cezary Wilk.