Aunque posiblemente no en los plazos que él tenía pensado, a Lucas Pérez comienza a irle todo según lo previsto desde que hace unos meses decidiera salir del Arsenal. Ha llegado al Dépor, la afición lo esperaba con los brazos abiertos y tuvo minutos ya desde el primer día. El miércoles fue titular y su participación desde el inicio coincidió con la primera victoria de la temporada, por lo que hasta el momento todo le ha salido a pedir de boca.
El coruñés es ambicioso y siempre quiere dar un paso más, pero este fin de semana volverá a uno de los campos que seguramente peor recuerdo le trae en el fútbol español. Lucas sólo ha jugado una vez en Cornellá, pero 18 minutos sobre el césped del Espanyol casi fueron suficientes para echar por tierra una temporada completa. Fue en octubre de 2014, cuando un mal apoyo lo obligó a retirarse con molestias en una rodilla.
Era la segunda vez que que vestía la camiseta deportivista, ya que en su primer entrenamiento de pretemporada se había esguinzado la misma articulación y posteriormente una lesión muscular le había privado de debutar antes en Liga. Su estreno como titular ante el Valencia fue todo lo prometedor que podía esperarse, con gol y asistencia, pero lo que parecía un simple golpe se iba a convertir en todo un calvario.
Lucas comenzó su proceso de recuperación pensando en regresar en unas semanas, pero las molestias no remitían y, lo que es peor, los médicos no conseguían dar con un tratamiento acertado. El punta pidió diferentes opiniones e incluso viajó a Barcelona para buscar una solución que llegó casi dos meses después. En enero jugó sus primeros minutos desde aquella visita al Espanyol. Aunque a final de temporada reconoció que el dolor nunca llegó a desaparecer del todo, apenas se perdió un partido más hasta el final de Liga y fue decisivo para la salvación, contribuyendo además con un gol al milagro del Camp Nou.
Casi tres años después, cuando todavía no tiene claro qué lesión le dio tantos problemas, regresará por primera vez al campo perico, ya que el destino (y los problemas físicos) le impidieron visitar al Espanyol en la temporada siguiente. En el año de su explosión, con Víctor Sánchez del Amo en el banquillo, Lucas Pérez sólo se perdió dos encuentros en todo el curso. Lo jugó todo en Riazor y los únicos estadios que no sufrieron al de Monelos fueron el Calderón y Cornellá.