La actualidad del mundo del fútbol gravita inevitablemente sobre la parálisis provocada por la crisis del coronavirus. Con todo ello en standby, queremos recordar un encuentro que no quedó más remedio que jugar y cuyo desenlace parecía abocado de antemano. Se trata del Valladolid vs Deportivo de febrero de 1998, que el equipo herculino quiso aplazar por falta de jugadores. Los blanquiazules no habían perdido en Liga desde que echara a andar el año, pero todo se les torció.
La Federación dio su negativa a la suspensión alegando que no existían causas de fuerza mayor. Entre sus criterios no se incluían ni los problemas físicos de los futbolistas, ni las sanciones, ni las convocatorias de equipos nacionales. Esta respuesta indignó al Deportivo. Y es que el año anterior el organismo había aceptado aplazar un partido del Betis argumentando que «haría el ridículo si se presentase con 7 u 8 jugadores». Pese al precedente, la FEF hizo oídos sordos a la solicitud y el conjunto herculino se vio obligado a sacar un once de circunstancias, plagado de futbolistas del filial.
Lesiones y llamadas de las selecciones
Los problemas de efectivos habían empezado semanas antes en el Deportivo. Poco a poco o de golpe, los futbolistas fueron cayendo como fichas de dominó. Cinco de las bajas se debían a compromisos internacionales. El camerunés Songo’o, los brasileños Flávio Conceição y Mauro Silva y los marroquíes Naybet y Bassir fueron convocados por sus respectivas selecciones.
Por si fuese poco, el partido de Copa del Rey del miércoles anterior contra el Alavés se saldó con la eliminación del torneo y con cuatro jugadores lesionados. Abreu necesitaría tres semanas para recuperarse de un esguince de rodilla. Djalminha terminó con pinchazos en un muslo y un plazo de diez días fuera del equipo. Las otras dos bajas fueron las de Bonnissel y Hélder, con sendas contracturas.
A todos ellos había que sumar a Manjarín, que llevaba varios meses fuera de combate por una rotura de ligamentos. Por su parte, Paco Jémez se perdería el partido por acumulación de tarjetas. El Deportivo llegó al choque contra el Valladolid con únicamente 8 jugadores disponibles. Eran Rufai y Nuno para la portería, Armando y Ramis para la defensa, Fran, Donato y Scaloni en el centro y Manteca Martínez como delantero.
El filial salva al Dépor
Aquel 14 de febrero, el Dépor se presentó en el feudo del Valladolid con siete futbolistas del filial en la convocatoria. Eran David, Pinillos, Maikel, Deus, Aira, Padín y Toni. Los cuatro primeros ya habían debutado en Primera. Los otros tres lo hicieron esa noche.
Según relatan las crónicas de la época, el equipo dirigido por Corral mantuvo el tipo en la primera parte. Consiguieron adueñarse del balón y de las ocasiones. De hecho, Padín estuvo a punto de estrenarse con gol, pero no pudo aprovechar un error de la defensa pucelana. Sin embargo, en la segunda mitad el Valladolid desmontó las escasas posibilidades del Deportivo. De jugar con cinco defensas pasó a tener tres delanteros en el terreno de juego. Y no tardó en dar frutos. En una jugada iniciada por Eusebio, Peternac controló con la derecha un balón colgado al área y fusiló a Rufai con la izquierda. Certificaba así una derrota del Deportivo más que cantada por la negativa de la Federación a aplazar el encuentro.