Nueva edición del ‘Mediapunta defensivo’, la columna quincenal de Tomás Magaña. Turno ahora de hablar de los cambios de Fernando Vázquez en el último partido.
Fernando Vázquez quiso que el Deportivo se presentase en el campo del líder con cuatro laterales, dos por costado. Además, había novedad en la delantera: Luis regresó al equipo titular, vedado para él desde la llegada de Borja. Una decisión impopular, como siempre lo es agregar al once futbolistas teóricamente defensivos; otra valiente, enviar al banquillo al máximo goleador para dar cabida a un inexperto delantero que ha hecho poco más que despuntar en Tercera.
Elecciones que quizá no gustaron en la previa, pero para las dos de la tarde del pasado domingo pocos tenían algo que reprochar al técnico. Dibujó un partido y logró que sus jugadores lo plasmasen sobre el césped: trabajo bien hecho. Es posible que la valoración fuese distinta de no soplar a favor el viento del resultado, pero muchas veces el fútbol no es más que eso. Más allá de los valiosísimos puntos sumados en Huelva, el encuentro ha dejado abierto el debate en la punta. Luis o Borja, o Borja y Luis.
La controversia resulta casi ajena en un contexto deportivista, más habituado a buscar un referente que a verse en el dilema de dirimir entre dos opciones. El mejor Borja propone combate cuerpo a cuerpo con los centrales enemigos, presencia en el área, facilidad de gatillo; su currículum ofrece una relación con el gol más acreditada al alto nivel. Un Luis inspirado sabe cómo repartir apoyos, sea tocando de espaldas a portería para facilitar el avance de los centrocampistas o dejándose ver por las bandas para propiciar la generación de espacios.
Las dos ofertas parecen válidas, aprovechables atendiendo a lo que exijan las circunstancias; más difícil es adivinar si pueden llegar a ser complementarias. En este momento lo que semeja estar en lid es quién de los dos es el adecuado para estar en la próxima alineación. Y quizá lo más favorable para el Dépor es que ese debate se reitere semana tras semana: tratándose de chicos de 21 y 20 años, la competencia no sólo les obliga a dar lo mejor de sí mismos, también conlleva progreso, aprendizaje.
El próximo entrenador que se sentará en el banquillo visitante de Riazor no supo gestionar una situación similar cuando ocupó la butaca local. El equipo, todavía invicto, recibía en casa al Sevilla; y Riki, ariete titular, fue duda hasta última hora. Tenía una fractura en los huesos de la nariz que le obligaba a jugar protegido por una incómoda máscara. La ocasión parecía perfecta para dar la alternativa a Nélson Oliveira, de esperanzador rendimiento en sus apariciones partiendo de la banqueta en citas anteriores. José Luis Oltra no le dio chance, puso límites a la competencia y el díscolo portugués fue perdiendo el aliento. Quien más perdió fue el Deportivo. Y no sólo en aquel encuentro.