Por fin terminó la Liga. Me encanta el fútbol y soy feliz cuando el Dépor gana, pero estaba deseando que esto se acabara y el ascenso fuera una realidad.
La última jornada no deparó muchas sorpresas. Los resultados previstos se dieron, y el Celta acompaña de manera directa al Dépor a la máxima categoría. Nada tiene que ver la forma de conseguirlo por parte de ambos conjuntos. Nosotros sufrimos en el partido ante el Huesca; ellos lo festejaron desde el minuto uno, porque sabían que ninguno de los dos equipos crearía peligro en la portería rival. Es lícito y hasta lógico que el Celta-Córdoba terminara con empate, y ambos lograran su objetivo.
Después del partido llegó la fiesta, una fiesta donde los jugadores celestes no estuvieron a la altura del escudo que representan. Los cánticos dedicados A Coruña y al Dépor colapsaron a una plantilla que no supo disfrutar con su éxito. Por eso prefiero no darle más publicidad a ese suceso y centrarme en el Dépor.
La celebración blanquiazul fue perfecta. Una afición entregada a un equipo que ha conseguido devolver al equipo a Primera División. Y lo hizo logrando 91 puntos en toda la temporada, una cifra record para un club que ha sabido encajar de manera brillante el traumático descenso de la temporada pasada.
Por si todo esto fuera poco, Rodolfo Bodipo coronó la fiesta con su gol en el Madrigal. El delantero lo ha pasado mal a lo largo de las últimas temporada; pero su cercanía a través de las redes sociales, ha provocado que el cariño hacia Bodipo haya crecido de manera sustancial. Su apoyo constante a los compañeros, su celebración en Tarragona del gol de Xisco, dieron paso a su momento de gloria en la temporada. Su tanto es el reflejo claro de que en este equipo todos suman. El ariete se ganó el cariño de un vestuario que lo ha apoyado sin cesar. Hablar de Bodipo, es hablar de los intangibles del fútbol, de las circunstancias que suman sin que los que no estamos dentro de un vestuario conozcamos.
Para cerrar la temporada de manera brillante, la afición volvió a demostrar porqué es la mejor del mundo. El jugador número 12 se desplazó a Villarreal, y colgó una pancarta de ánimo y apoyo tras el descenso de su primer equipo. Estos son los detalles que distinguen a una buena afición de una gran afición. Fue la exhibición número 42 de una hinchada fiel, que ha convertido un año en el infierno, en la pasión más grande de los últimos años por el color blanquiazul.