Víctor Fernández se suma al nutrido grupo de técnicos que llegaron al Deportivo después de vivir una etapa en el Celta.
«Uno llega hasta aquí por lo que ha hecho en el pasado, pero se me juzgará por el presente, que es lo que importa». Estas fueron las declaraciones de Víctor Fernández en su presentación como nuevo entrenador del Deportivo, tras ser preguntado por si tendrá alguna influencia en el entorno blanquiazul su anterior etapa como técnico del Celta de Vigo. Lo cierto es que la respuesta a la incógnita la tiene la propia afición blanquiazul, acostumbrada históricamente a afrontar sin problemas este tipo de situaciones.
Y es que el preparador maño es el octavo técnico de la historia del conjunto herculino que llega a A Coruña después de dirigir al eterno rival, un hecho que se ha acentuado especialmente en los últimos 20 años.
El primero de todos en aterrizar en el norte de Galicia tras entrenar al Celta fue José Planas, que entrenó al equipo celeste en la campaña 1931/1932 para, un año después, firmar por el Deportivo. Dos décadas más tarde, Roberto Ozores estuvo a los mandos de la entidad olívica en el curso 1951/1952 y un lustro después viajó a A Coruña para comandar a los blanquiazules en el 1957/1958.
En los 60, José Iglesias Fernández encabezó el banquillo celtiña en la campaña 1963/1964, aunque no llegó al Deportivo hasta pasados 16 años (1979-1980), dos temporadas después de que hiciese lo propio Juan Arza, que había dirigido a los vigueses en dos etapas durante los 70.
Desde el 1980 se abrió un paréntesis ‘provocado’ en mayor medida por Arsenio Iglesias -blanquiazul del 82 al 85 y del 87 al 95-, y tuvieron que pasar 20 años para que un técnico repitiese el camino de Vigo hacia el norte de Galicia. Fue entonces, a finales del Siglo XX, cuando comenzó en el Deportivo el ‘boom’ de entrenadores que habían dirigido anteriormente al eterno rival: a partir del año 1998, Javier Irureta, Miguel Ángel Lotina, Fernando Vázquez y Víctor Fernández, cuatro de los últimos siete preparadores del conjunto coruñés, llegaron a tierras herculinas con pasado celtista.
El primero cambió Vigo por A Coruña en el verano de 98 y se quedó en Riazor para protagonizar, hasta el 2005, la época de mayor éxito de la historia blanquiazul. Lotina, por su parte, firmó en el 2007 tras ser destituido de la entidad olívica y estuvo en el Dépor cuatro temporadas, mientras que Vázquez hizo lo propio en el 2013, después de seis años en paro tras su despido del Celta. Por último, Víctor Fernández aterrizó ayer mismo en Alvedro con el objetivo de continuar el proyecto que inició el de Castrofeito con el ascenso y de repetir los éxitos que logró a principios de siglo en el conjunto vigués.