Nuevo artículo de Eduardo Caridad, que nos relata su particular forma de vivir la salvación del conjunto herculino en el Camp Nou.
Ella, la lámpara, no tuvo la culpa de que el Barça nos marcase el 2-0. No la tuvo, pero pagó las consecuencias del gol de Messi. Otra vez a las cloacas, pensé. De nuevo al pozo. Perdí la esperanza e Ikea sufrió mi arrebato. Y mi pie.
Reconozco que estuve a punto de apagar la tele e irme a dar una vuelta. Sé de muchos que lo hicieron, pero me mantuve pegado, porque son ya muchos años en el mundo del fútbol como para saber que este deporte da muchas vueltas. Y vaya si las dio. Ahí sigue la lámpara, hecha trizas, pero ahora es un recuerdo de una remontada y no de un descenso.
Por cierto: gracias, FC Barcelona. Si hubiese querido, nos habría metido cinco, pero el día de fiesta que se vivió en el Camp Nou invitó a la relajación y a que el Depor creyese en su resurrección. Volví atrás y me acordé del día ante el Valencia y la Real Sociedad. Más y más fantasmas. Y la lámpara se cruzó en mi camino.
Por lo que respecta a mi persona, he perdonado al club catalán la Liga que nos birló en el 94 con la prima al Valencia, el penalti de Djukic y la jugarreta con Rivaldo. Cuando venga a Riazor la próxima temporada le aplaudiré, aunque nos meta cuatro. Todos sabemos el porqué.
Que el Depor siga en Primera la próxima temporada es crucial para el futuro, para las arcas de la entidad y para la continuidad de un proyecto que de dar con sus huesos en Segunda se tendría que reestructurar al 90%. La inyección económica permitirá un pequeño alivio para la junta de Tino, que podrá renovar al núcleo válido de la plantilla y dar un pequeño salto de calidad y así en la 15/16 no tengamos que pasar tantos apuros. Paso a paso hasta que se destierre de una vez por todas nuestra condición de equipo abocado sufrir.
Todos tenemos nuestra pequeña historia de cómo vivimos el match ball ante los culés. La mía es la de una patada a una lámpara que ahora la veo como la de Aladino (o AlaTino). A ver si el genio que salió de ella me concede tres deseos: renovar a Fabricio, recuperar la comunión con la grada y fichar, de una vez por todas, a un 9 de garantías. Feliz verano blanquiazul.