En el fútbol, como en todo, nadie quiere hacerse cargo de las derrotas y la victoria tiene muchos padres. El triunfo del Deportivo ante el Málaga no fue diferente. La personalidad y la garra de Carlos, el momento de Pedro Sánchez, los chispazos de un Cartabia que despierta… pero si hay alguien que salió reforzado de lo ocurrido el miércoles en Riazor, ese es José Luis Martí. El técnico balear firmó su primer encuentro de autor desde que está en el banquillo blanquiazul, con un ajuste en el descanso cambió el partido, la eliminatoria y, quién sabe, si el destino del equipo en este playoff de ascenso.
Y eso que no empezó nada bien. Víctor le comió la tostada de inicio, en parte por el inmovilismo del preparador deportivista, que pensó que el plan de las últimas semanas sería suficiente ante un rival de mayor envergadura. El madrileño no reforzó la medular ante la baja de N’Diaye y optó por otro mediapunta. El objetivo, acompañar a Adrián y, sobre todo, estirar a lo ancho a Edu Expósito y Álex Bergantiños para dejar un desierto en el pasillo central en el que reinaba Blanco Leschuck.
Lo mismo sucedía en el inicio del juego, con Valle y Carlos en un rondo infinito formado por los dos centrales, Munir y un Keidi Bare que, sin presión y durante 45 minutos, pareció uno de los mejores mediocentros de Europa. El ‘Ontiverosistema’, con el extremo aislado de toda circulación y sólo apareciendo para ejecutar, hizo el resto, castigando una banda derecha en la que Cartabia nunca gozó de la disciplina necesaria para contener al fenómeno andaluz.
Pudo escaparse el ascenso en esos primeros 45 minutos, en parte por la habitual manía de los entrenadores de resistirse a cambiar cosas en las primeras partes, aunque el baño recibido fuese de época. Martí empezó a verlo antes de ir a la caseta e imaginó la remontada durante el descanso. El cambio de dibujo, pasando a un 4-2-3-1, permitió subir la presión y ahogar a un Keidi que, con Fede encima, volvió a su versión natural. Ni una salida limpia de balón visitante en el inicio de la segunda parte y varios robos que, unidos a la libertad del argentino para aparecer por todas partes, le dieron la vuelta al marcador.
Tira y afloja desde los banquillos
Víctor se revolvió cuando estaba contra las cuerdas y movió ficha retocando su partitura, pero el entrenador blanquiazul ya tocaba de oído. Tuvo cintura para volver al 4-4-2 en los últimos minutos y anular tanto los movimientos de Pacheco, como el solo de un Ontiveros, que siguió demostrando estar muy por encima de la eliminatoria.
Algo tarde, sí, pero Martí acabó poniendo a sus jugadores en la mejor posición para remontar el partido. Ellos hicieron el resto, que no fue poco. Una actuación coral, seguramente la mejor del curso, en la que todos destacaron. Brilló Pedro Sánchez de nuevo, arriba y abajo, pero también lo hizo Nahuel cuando le tocó salir con una concentración sorprendente para todos. Lo mismo sucedió con Caballo o un Somma que es automático. El italiano ha jugado siete partidos en todo el año y pese a la falta de ritmo no se le recuerda un error.
La remontada del Dépor fue también la remontada de un entrenador que necesitaba dar un golpe sobre la mesa. Quedan 90 minutos de sufrimiento en La Rosaleda y habrá que ver cuál es el siguiente truco de Víctor, pero de momento Martí ya lo ha obligado a desechar el plan A y el plan B… y parte con dos goles de ventaja.