Nunca sobran los análisis futbolísticos sobre ningún partido. Pero cualquier explicación que trate de buscársele al Deportivo vs Extremadura desde el juego será de la más profunda irrelevancia. Nada puede justificar el ridículo del equipo blanquiazul ante un grupo de chavales que apenas han jugado cuatro ratos en el fútbol profesional. Y precisamente eso, ser profesionales, ni más ni menos, les sirvió para imponerse a un rival plagado de nombres de más caché, pero que cayeron presos del pánico cuando tocaron el objetivo con la mano.
Ni estrategia, ni táctica… quizá algo que rascar en el aspecto técnico, por eso del nefasto manejo de balón que se vio durante todo el encuentro. Tanto en pases como en remates. Pero esos mismos jugadores fueron los que hacía una semana habían desnudado durante 45 minutos al Huesca, uno de los mejores equipos de la categoría. Ni el gol tempranero de David Simón sirvió para aliviar a un conjunto sólo sabía recular y no tenía fuerzas ni para golpear a la pelota.
Se veía venir lo que pasó en el segundo tiempo. Y si no sucedió antes fue porque el talento del Extremadura llega hasta donde llega. De hecho, dos de los tres goles visitantes tuvieron que ser regalos. Todo miedo. Miedo, y parte de irresponsabilidad, de Dani Giménez para asumir que está lesionado y hacerse a un lado, miedo de Montero para impedir medir bien un balón frontal y pasarse de frenada. Miedo, también, de un desolado Fernando Vázquez para no atreverse a tomar alguna decisión más drástica con dos jugadores, sobre todo en el caso del central, que llevan tiempo sobre el alambre.
Nadie al volante
Por si el sainete no había sido suficiente, lo que ocurrió en el descuento es el fiel reflejo de una nave que va a la deriva. Tocará en su momento valorar el impacto de la sanción a Vázquez, que se desgañita desde la grada en lugar de mandar desde el banquillo. El técnico no tiene toda la responsabilidad, pero viendo que la falta de oficio sobre el césped para amarrar un punto que podía ser oro, quizá haber cogido las riendas a pie de campo hubiera sido suficiente para serenar al equipo tras la igualada de Santos. Una retirada a tiempo, a veces es media permanencia.