El Deportivo afronta las últimas horas de mercado con la incertidumbre de saber si podrá, o no, contar con Lucas Pérez. Aunque el club coruñés no es una excepción en dejar tareas pendientes para el último día, en la Plaza de Pontevedra se han vivido algunas de las historias más rocambolescas de este siglo en lo que se refiere a operaciones de última hora. Desde Lendoiro, que se movía como pez en el agua cuando el reloj apretaba, a Tino Fernández, más reticente a estas situaciones pero de las que no consigue escapar.
Aunque de forma indirecta, Lucas Pérez fue también el protagonista del último cierre de mercado deportivista. O mejor dicho, el detonante. El Arsenal pagó su cláusula en la última semana, obligando al Dépor a fichar a un recambio sin apenas tiempo. El elegido era Álvaro Vázquez, que con la documentación ya redactada y a punto de pasar examen médico, le dio plantón a los coruñeses para volver al Espanyol. La respuesta blanquiazul fue Joselu, que llegó sobre la bocina, a las 23:55 horas. En su primer contacto con el mercado de verano, en 2014, la directiva también vivió un último día frenético con las incorporaciones de Juanfran, Sidnei y Postiga, dejando hueco además para Diakité, que firmó libre al día siguiente.
El que más disfrutaba con los 31 de agosto era Lendoiro. Y lo hizo tanto en sus primeros años, peleando para que Bebeto no se fuera al Flamengo en 1994, o intentando su posible regreso en 1998, como en su etapa final. De hecho, el último mercado de verano bajo el mandato del de Corcubión, en 2013, dejó una de las imágenes más recordadas por el deportivismo en los últimos años. La de Marchena y Geijo acudiendo a pasar reconocimiento médico en un descapotable. Esa misma noche, sólo el central sevillano pudo firmar y el delantero se quedó sin vestir la blanquiazul al superar el tope salarial.
Machete Marchena y Alex Geijo descapotados #Mini #Depor pic.twitter.com/0gm5hwcojm
— Young King (@BossDepor) September 2, 2013
Varios han sido los futbolistas que han acudido frustrados a la Plaza de Pontevedra a lo largo de los últimos años. Gente de la casa como Juan Carlos, que en 2012 se quedó sin irse cedido cuando ya tenía las maletas hechas, o Iván Pérez, que recibió una llamada cerca de la medianoche para presentarse en el club y que le rescindieran el contrato. Otros, como Rubén Castro, fueron más allá y decidieron plantarse. En el verano de 2007, el canario, al que amenazaban con dejar sin ficha, se negó a marcharse cedido de nuevo cuando las negociaciones con el Valladolid estaban avanzadas.
Aunque si alguna bronca en la sede del club durante el cierre de mercado pasará a la historia esa es la de Scaloni y Tristán. En 2006, el Dépor quería desprenderse de los dos y los citó, como le gustaba a Lendoiro, a pocos minutos de las 00:00 horas. El mayor enfado fue el del argentino, por el que supuestamente había llegado una oferta del Racing de Santander. La propuesta ya había desaparecido para cuando él y su padre llegaron al club, lo que propició una gran discusión entre ellos y el presidente. La guinda a la esperpéntica escena la puso un individuo que se acercó a Scaloni mientras atendía a los medios para pedirle dinero, a lo que el padre de Leo respondió: «Si quiere dinero, váyase al Racing de Santander».
Acciari y el fichaje que no llegó
A Lendoiro le salió bien algunas veces apurar al máximo, como con las ventas de Pauleta al Girondins (9 millones), o Xisco al Newcastle (6 millones), pero también le hizo quedarse con la miel en los labios. Uno de los fichajes más recordados que nunca llegó a concretarse fue el de Acciari. El jugador, entonces en el Murcia, estaba deseando jugar en el Dépor y ya tenía acuerdo, pero el club blanquiazul no logró enviar toda la documentación a tiempo a la LFP, que no inscribió argentino como deportivista al recibir sólo una parte del papeleo.
Aunque no todo fueron victorias para el ex presidente, o por lo menos, victorias totales. En 2009 tuvo que probar su propia medicina cuando, a falta de unas horas para el cierre, el Zaragoza depositaba en la Liga dos millones para recomprar a Lafita. Lendoiro entendía que la cantidad estipulada si lo compraban más tarde del 30 de julio era de 3,5 millones y denunció al club maño. Dos años más tarde la justicia le dio la razón al de Corcubión, pero el jugador ya no volvió a vestir la camiseta blanquiazul.