El Deportivo logró regresar de Málaga con un punto y el golaverage particular igualado (habrá que irse al general en caso de empate), en un encuentro que marcó todavía más las dos tendencias que está mostrando el equipo en 2019: tiene más oficio, pero menos gol. Porque el de La Rosaleda fue el cuarto partido de los ocho que se han disputado desde las campanadas en el que el conjunto más realizador de Segunda se queda seco.
Da la sensación de que los de Natxo hayan tenido que sacrificar la pegada que los hizo temibles en el primer tramo de campeonato para ser ese rival incómodo y desagradable que tanto pide el técnico. Esa es la imagen que dio ante los andaluces. Frío, calculador, sin dejarse llevar por las emociones en uno de los exámenes más duros que le quedaban en el camino hacia la meta. Si tú no arriesgas, yo tampoco.
El equipo coruñés incluso se dejó dominar durante algunos minutos, pero a diferencia de hace meses, como en Las Palmas o Almería, nunca perdió el control. Apenas un par de ocasiones concedidas al rival, una de ellas por un grave error de Dani Giménez que él mismo se encargó de solventar. Ni siquiera el balón parado le hizo cosquillas a un grupo que ha conseguido blindarse lejos de Riazor.
Logrado ese reto, es ahora el momento de encontrar la inspiración en ataque. Renunciar al rombo fue el primer paso para alejarse del juego. Y el fútbol no suele permitir atajos. El nuevo dibujo, o dibujos, porque Natxo le dio otro giro con el 4-2-3-1, depende mucho más del talento individual y en las últimas semanas el equipo ha ido justo. Por los que no están, como Vicente o Carlos, dos de los máximos exponentes en cuanto a brillantez, y por la falta de claridad de los que juegan.
El triunfo estaba en los costados de N`Diaye, que se quedaba solo cada vez que Bare saltaba a la presión y Borja Valle ocupaba posiciones más centradas sin que el lateral lo siguiera. Entre el berciano y Expósito hacían dudar al gigante senegalés, pero el Dépor cometió dos pecados. Primero ser demasiado cautos a la hora de buscar esos pasillos interiores. Mosquera abusó del pase de seguridad y a Bergantiños le faltó precisión. Y cuando los encontraron quedó en evidencia que los atacantes no pasan por el mejor momento.
El Dépor rondó en varias ocasiones la frontal del área en superioridad, pero el acierto y las buenas decisiones faltaron a partes iguales. La mejor ocasión, de hecho, llegó tras un barullo en la frontal. Domingos ganó la segunda jugada por oficio, pero Borja Valle resolvió mal y dejó al equipo sin gol… y sin victoria.