Sigue la nueva sección de Riazor.org. En ella destacaremos un futbolista de la plantilla a la que se enfrente el Dépor esa jornada. No tiene por qué ser titular, tampoco el mejor. Es esta ocasión ni titular ni el mejor.
Siempre hay un jugador que te transmite algo especial. Ese típico zurdito de calidad innata; el defensor implacable que tiene arte para sacarla desde atrás; el iluminado, experto en el pase final; el delantero guerrero, que no da un balón por perdido o el otro tipo de delantero, más matador. Del Mallorca, quizá, por el que más admiración profeso en estos momentos es por Tomás Pina. Ese futbolista en el que me fijo cuando veo un partido de su equipo, al que analizo cuándo, porqué y en qué zona del campo toma determinadas decisiones en algún momento puntual del encuentro. Hablaría de Pina, como digo, pero Jose Sanchís ya nos habló suficiente sobre este grandísimo centrocampista de futuro demoledor, y seguramente me falten juicios de valor para definirlo incluso futbolísticamente.
Repasando, entonces, la plantilla del Mallorca para elegir al nuevo protagonista de esta sección, me encontré con un viejo conocido de la afición coruñesa. ¿Cómo olvidarse de Javier Arizmendi? ¿Cómo olvidarse del último futbolista que el Deportivo aportó a la selección española? ¿Cómo olvidarse del que fue máximo artillero de tu equipo una temporada con la irrisoria cifra de cinco goles?
Del espigado atacante muchos recordarán los dos goles que marcó en su primera campaña tras fichaje invernal. Ambas dianas al Athletic de Bilbao en la última jornada de cada vuelta del campeonato. Otros recordarán la manera de correr en conducción, con el balón en su poder. Siempre trastabillado, siempre a trompicones, aunque sin perderlo. Pero unos y otros nunca olvidarán aquella jugada contra el Real Madrid en Riazor en la que se disfrazó de Maradona. No fue gol, pero porque no estaba escrito. El destino no quería que esa maravilla terminase dentro de las redes. O eso quiero pensar.
Enero de 2007. Habían pasado 16 años consecutivos sin que el Madrid pudiese salir campeón del feudo blanquiazul. Capdevila con un potente disparo de falta había puesto el 1-0 en el marcador y Arizmendi decidió saltarse el guión. Recibió un pase del lateral catalán, que venía de robarle la cartera a Helguera y Gago, retó a Cannavaro y Sergio Ramos efectuando una perfecta diagonal, dejó sentado a Helguera, hizo lo propio con Casillas y entonces se paró el tiempo. Los segundos se convirtieron en minutos y la mano que todo lo mece decidió desviar el disparo del madrileño al palo derecho de la portería merengue. No estaba escrito.