Esta semana comienza en Riazor.org una nueva sección. En ella destacaremos un futbolista de la plantilla a la que se enfrente el Dépor esa jornada. No tiene por qué ser el mejor, tampoco el más guapo ni el más rico.
“Me emocioné cuando el míster me dijo que iba a sustituir a Aranburu”, reconoció Rubén Pardo después del encuentro que suponía su debut en Primera División. Mikel Aranburu, uno de los pocos ‘one-club man’ que el fútbol español ha dado y que colgó sus botas el pasado 3 de mayo después de 13 años en el primer equipo de la Real Sociedad, sabe que puede retirarse tranquilo. Tiene relevo.
Rubén Pardo Gutiérrez (Logroño, 22/10/1992) pasó de ser recogepelotas a indiscutible en el primer equipo en nueve años. Veinte contemplan a esta joven perla que asomó la cabeza en Primera la temporada pasada y que, con su fútbol, está consiguiendo atraer las miradas de los grandes equipos de Europa. Sobre todo los de la Premier League, a cuyos clubes no se les caen los anillos a la hora de hacer importantes desembolsos si por lo que pagan es por talento español. Ya abrieron camino hombres como Arteta, Mata, Silva o Cazorla; y se espera que este flujo no se detenga todavía. Manchester United, Arsenal, Liverpool y Chelsea han echado sus redes sobre el centrocampista blanquiazul. La Real responde: “su cláusula es de 30 millones de euros”.
La campaña pasada, Anoeta pidió a gritos que este centrocampista de toque y no exento de condiciones físicas fuese el cerebro de la sala de máquinas del conjunto ‘txuri-urdin’, pero Philippe Montanier se lo estuvo ofreciendo a la parroquia donostiarra a cuentagotas. Lo más sensato, a todas luces, después de ver cómo otras promesas han ido perdiendo brillo por desgastarlos, al saltarse varios pasos (o zancadas en algunos casos) en su etapa de formación. Pardo debía ir quemando etapas y Montanier era consciente de ello.
El paso inicial, asentarse en la primera plantilla, es ya historia. Su fútbol intuitivo, pausado y complementado con una visión de juego innata le quedaba grande al Sanse -filial realista- y, consciente de la perla que tenía en su poder, al técnico francés no le tembló el pulso al darle la alternativa con 19 años. Fue contra el Valencia en Anoeta, cuando el marcador reflejaba un ajustado 1-0 que no se movería. Ese año volvió a salir otros 13 encuentros desde el banquillo, mientras que en tres partió de inicio. Por delante de la defensa o como mediocentro creativo y de distribución, asombró a propios y extraños por su descaro, su inteligencia táctica y su liderazgo sobre el terreno de juego. Inusual para un futbolista de su edad.
Esta temporada la situación ha cambiado radicalmente, las etapas de formación están quemadas y Rubén Pardo es un fijo en el esquema de Montanier. La última jornada en el Bernabéu fue el único jugador de contención por detrás de Xabi Prieto y compañía, y ofreció un recital. El Deportivo y Domingos Paciência deben trazar un plan para neutralizar a esta joven promesa del fútbol español.