Con el reciente fallecimiento del expresidente del Gobierno, ‘Un pedacito de historia’ vuelve para recordar los lazos que le unían con A Coruña y el Deportivo.
El 30 de julio de 1976 se celebró un histórico consejo de ministros en el que se aprobó el Real Decreto Ley que concedía una amnistía parcial a los presos políticos del franquismo. El consejo de ministros que lo aprobó no lo hizo en Madrid, sino en A Coruña. Adolfo Suárez González no llevaba ni un mes en el cargo de presidente del Gobierno, pero tomó la decisión de que esta medida, que inició el proceso de democratización en España, se aprobase en A Coruña. Se hizo en el palacio de María Pita, en el que también estuvo presente S.M. Don Juan Carlos I. No fue algo casual, ya que son muchas las vinculaciones que Suárez mantuvo en vida con la ciudad herculina.
Nació en Cebreros, en Ávila, aunque el expresidente siempre se sintió un poco coruñés. Su padre y sus abuelos eran de la ciudad, y vivieron en ella durante mucho tiempo. Lo hicieron en su casa de la calle Real y más tarde en la plaza de María Pita. Hipólito Suárez Guerra, progenitor de Adolfo Suárez, tuvo que emigrar hasta Ávila por motivos de trabajo. Allí fue donde nació su hijo, que décadas después se convirtió en el primer presidente de la democracia española.
Cuando apenas llevaba un año de presidente tras haber vencido en las elecciones generales de 1979, Adolfo Suárez recibió un duro golpe. El 19 de marzo de 1980 falleció su padre, Hipólito. El entierro se ofició en el cementerio de San Amaro, en el barrio de Monte Alto. Unos metros más arriba, subiendo la ligera cuesta de la calle de Cabo Ponte Anido, se había celebrado previamente el funeral en la iglesia de Santo Tomás. Suárez regresó a A Coruña en un día triste en su vida, aunque fue la excepción de una larga lista de visitas positivas. La ciudad herculina le marcó desde muy pequeño.
Un presidente blanquiazul
«Adolfo Suárez era un reconocido deportivista por la vinculación familiar y futbolística que tenía con la ciudad», explica el Deportivo en un comunicado en el que expresa su más profundo pésame por su fallecimiento. De la final de la Copa del Rey de 2002 existe una foto que ilustra perfectamente como el político era el hombre más feliz del mundo tras haber visto al Dépor vapulear al Real Madrid en una partido que pasó a la historia del fútbol.
Meses después de aquella noche mágica, la directiva del club quiso homenajearlo y lo nombró socio 30.000 de la entidad herculina. «Llevamos trabajando años en lograr esa cifra –o te olvides que La Coruña apenas supera los 240.000 habitantes- y de su logro nos sentimos casi tan orgullosos como de contar con tu simpatía como seguidor del club», rezaba la carta que le mandó Augusto César Lendoiro para proponerle el homenaje.
La vinculación de Suárez con el conjunto blanquiazul venía de lejos. En 1977 Antonio Álvarez, que entonces era el máximo dirigente del Deportivo, tuvo la iniciativa de nombrarlo presidente de honor del club. Pero todavía hay que remontarse hasta la década de los 40 para encontrar a un joven Adolfo que llegó a militar en los juveniles bajo el mando del entrenador argentino Alejandro Scopelli.