Llega la Copa del Rey, esa competición que tantas y tantas alegrías dio a este club. El primer obstáculo es el Mallorca de Caparrós, un técnico que triunfa en la mayoría de banquillos en los que se sienta y que en el Dépor dejó un sabor agridulce.
Actualmente, la Copa puede convertirse en una distracción para un equipo como el Dépor. La posibilidad tan mínima de hacerte con el título, deja como único aliciente ver a los futbolistas que menos minutos tienen a lo largo del año. Sin embargo, la situación en Liga obliga a los nuestros a sacar una victoria este fin de semana. No hay margen de error, y el equipo debe hacer bueno el punto logrado en Balaídos con el doble enfrentamiento ante el Mallorca.
Desde la tele, observo que el miedo a perder y a fallar se ha adueñado de un importante número de jugadores. La ansiedad por los malos resultados y la incapacidad de conseguir victorias provocan que el punto en Balaídos no sea del todo malo.
El Dépor afronta este doble enfrentamiento con el Mallorca desde la angustia que provoca estar abajo. Ganar en Liga se antoja clave a la hora de recuperar sensaciones. Caparrós llega con un Mallorca convertido en su viva imagen. Equipo luchador y sacrificado, que tras un gran inicio, ha encadenado cuatro derrotas consecutivas. Quizás, el gran lunar de Joaquín Caparrós en su etapa como técnico llegó en el Dépor. Y con el tiempo, creo que ninguno de los dos protagonistas recuerda aquella etapa de manera muy positiva.
Estamos ante un momento clave de la temporada, donde los triunfos deben llegar de manera inmediata. Por todo ello, es bueno que la Copa suponga el menor despiste posible a la plantilla blanquiazul.