Emre Çolak ya no es jugador del Deportivo. Esta misma mañana se conoció su salida rumbo al Al Wehda de Arabia Saudí. Aún sin confirmación oficial por parte del Dépor, el futbolista otomano cierra un periplo en A Coruña de dos años, caracterizado en todo momento por su intermitencia y su falta de regularidad. Además de por su fuerte temperamento.
Incorporado a la disciplina blanquiazul en el verano de 2016, Çolak llegó procedente del Galatasaray, su equipo de toda la vida. Y lo hizo con el cartel de promesa que no acababa de explotar del todo. Tras superar una temporada complicada en Estambul, Emre recibía en LaLiga su primera gran oportunidad lejos de casa.
En el año de su estreno como deportivista, el mediapunta contó con la confianza de Gaizka Garitano. Tuvo minutos en 33 de las 38 jornadas de liga y, en prácticamente todas, salió de inicio. Tuvo muchísima importancia en el juego del equipo, y eso se vio reflejado en sus 10 asistencias de gol. De aquella temporada, son memorables sus ratos de conexión y brillantez con Florin Andone. En el apartado de conducta, protagonizó un episodio que será recordado en el imaginario blanquiazul. Se quedó fuera de la convocatoria para el derbi de Balaídos por su mala actitud en los entrenamientos.
Este curso, pasó a tener un papel secundario. Tanto con Pepe Mel, primero, como con Cristóbal Parralo después. No fue hasta la irrupción de Clarence Seedorf cuando llegaron las oportunidades para él. Aunque de entrada no tuvo demasiados minutos, en marzo comenzó su mejor tramo de la temporada. El partido ante Las Palmas fue su punto de inflexión. Desde ese día, el centrocampista consiguió enlazar hasta 7 titularidades consecutivas en un momento complicado para el Dépor. En encuentros como el del Wanda Metropolitano completó actuaciones notables, coincidiendo causalmente con los mejores momentos de juego del equipo.
Con su salida ya son dos las bajas en la primera plantilla del Deportivo. Cabe recordar que, la semana pasada, era Florin Andone el que abandonaba el club. La marcha de Çolak deja un sabor agridulce, deja la sensación de un futbolista que a menudo dio muestras de estar capacitado para envites mayores, pero siempre le faltó ese último paso, esa continuidad que se prolongase en el tiempo.