Era una afirmación que llevaba mucho tiempo en el imaginario blanquiazul, y que el pasado domingo, con razón, se acentuó: los mejores momentos del Deportivo este año han sido con Emre Çolak en el campo. Siempre que ha estado sobre el verde, el mediapunta ha hecho jugar al equipo y ha mejorado a sus compañeros. Sin embargo, si uno acude a las estadísticas, se encontrará con que Emre apenas ha disfrutado de minutos esta temporada. 11 titularidades en 30 partidos disputados. Es una de las grandes contradicciones del pésimo curso del Deportivo. Y una de las anclas a las que debería agarrarse de aquí a la última jornada.
Es verdad que, en ciertos momentos, el otomano no se lo ha puesto nada fácil a los técnicos. No hay que olvidar aquel entrenamiento donde Cristóbal Parralo se vio obligado a expulsarlo de la sesión. Pero en una temporada en la que el Deportivo no ha conseguido enlazar demasiadas rachas positivas ni de juego ni de resultados, cuesta entender que Emre no haya gozado de más protagonismo.
El futbolista turco le otorga clarividencia a los últimos metros del juego ofensivo de su equipo. Es capaz de juntar a su compañeros alrededor del balón y de buscar soluciones cuando más atascados están los partidos. Dotado de unas condiciones técnicas exquisitas, lo demostró contra el Espanyol y más recientemente contra el Atlético. Aquella última media hora de buenas sensaciones contra el equipo perico, coincide con la entrada al campo de Emre. También los mejores minutos en el Wanda. Algunas de las oportunidades más claras del partido tienen en Çolak a su último pasador: el mano a mano de Lucas con Oblak viene precedido por un pase suyo al espacio. También el centro chut de Lucas que se paseó por el área. En esa ocasión, Emre, en una gran jugada personal, consiguió librarse de varios contrarios antes de habilitar al coruñés. Pero más allá de las sensaciones de juego, en dos de las únicas cuatro victorias que tiene el Dépor en su casillero, Çolak fue titular; y ante el Alavés participó en la segunda parte.
Han pasado tres entrenadores (Pepe Mel, Cristóbal Parralo y Clarence Seedorf), y con ninguno ha logrado tener continuidad. En el primer ciclo apenas disfrutó de 381 minutos, consiguiendo enlazar hasta 4 titularidades seguidas, su récord esta temporada. Fue la racha más prolífica y coincidió con los nueve partidos de Mel en el banquillo. Con su salida y la llegada de Cristóbal, Emre gozó de 363 minutos, de los 1.170 posibles. Ahora, con Seedorf, acumula 216’, partiendo de inicio en solo tres ocasiones. Si comparamos su primera temporada con esta segunda, es obvio que ha ido perdiendo muchísimo protagonismo. Con Gaizka Garitano, y en el tramo final de liga con Pepe Mel, era un habitual. Tanto es así, que fue titular en 29 partidos de liga. En los nueve restantes, en tres tuvo minutos.
Etiquetado como irregular, la falta de oportunidades no es algo nuevo para él. Le ha acompañado durante toda su carrera como profesional. Cuando estaba en el Galatasaray, Çolak llegó al primer equipo como una de las mayores promesas del club. Una vez arriba, sus entradas y salidas del once fueron una constante. Llegó a jugar casi 200 partidos, pero nunca consiguió convertirse en un fijo en las alineaciones. Es su gran debe desde que está en la élite. Pocos han apostado de lleno por él, pocos le han dado la continuidad que le falta. Es evidente que su fútbol no entiende de números. Calibrar sus partidos por los kilómetros recorridos o por los balones robados sería un error: su función es otra. Y, cuando le dejan, la hace a la perfección. Prescindir de su talento parece un lujo demasiado caro e innecesario para el Deportivo. Y más en la situación actual.