Si estás esperando un artículo en el que hable de lo que me parecen los candidatos que se han presentado hasta el momento a presidir nuestro querido club, ya te aviso ahora, así, a modo de spoiler, que no es el caso.
De Mauro Silva sí que podría escribir todas las semanas y reconozco que cuando empezó a pulular la idea de que podría presentarse, hasta me llegué a emocionar. Pero es que lo mío es devoción.
Si por mí fuera, Mauro sería presidente, tesorero, delegado de campo, entrenador y hasta speaker del Dépor, porque todo lo que hace, lo hace bien. Pero, cuando me puse a pensarlo fríamente, me planteé a mí misma: ¿qué necesidad tiene Mauro de volver a esta ciudad, dejando atrás los cometidos que está llevando a cabo ahora mismo en su país natal? Vale, sí, podría volver por el amor que le tiene a A Coruña y al equipo al que dedicó su vida como jugador profesional. Pero, ¿y si las cosas fueran mal? Me horroriza la idea de que, en caso de que las cosas siguiesen en esta espiral que parece no tener fin, pudiésemos llegar a pedir su dimisión. ¿Os imagináis? El mejor jugador de la historia de nuestro club abucheado en el palco. Si eso llegase a suceder, me da un parraque. Así que, sinceramente, agradezco que Mauro declinase la invitación con la elegancia y la humildad que lo caracteriza, porque, en el fondo, no quiero que se lleve una decepción con nosotros, los aficionados.
Todo este tema, junto con el aniversario del penalti de Djukic, me hizo ponerme nostálgica. Hay quien dice que vivimos anclados en el pasado y, en cierta manera, es cierto. Pero es que… ¡qué pasado, amigos! ¡Qué pasado! Con sus luces y sus sombras, pero nuestro. Me pregunto si es posible que, en un futuro no muy lejano, podamos vivir de nuevo una época dorada, aunque, si os digo la verdad, hace años que me conformo con vivir simplemente una época tranquila. No sé si es porque me hago mayor y una, al fin y al cabo, busca estabilidad en general, pero lo que quiero es tranquilidad.
Mientras que las matemáticas lo permitan, hay esperanza. Seguramente vosotros la tendréis, yo, como ya he comentado en más de una ocasión, vengo muy escarmentada de la pasada temporada y, por lo tanto, me he vuelto un tanto desconfiada. Soy de las que sufre de verdad, de las que se van a dormir preocupadas y tienen que morderse la lengua cuando escuchan aquello de “pero si es solo fútbol”.
No. El Dépor no será jamás solo fútbol.