El 14 de marzo de 2013 Hugo Mallo, lateral del Celta, acudió a Riazor como hincha. Estaba lesionado, así que, ante la imposibilidad de jugar el derbi sobre el césped, decidió hacerlo en la grada. Se metió en un autobús de aficionados de los muchos que se desplazaron a A Coruña, posó con un cartel en el que se leía ‘Se vende’ junto a un escudo del Dépor y, una vez en el estadio, se encaró con etílicas maneras contra los aficionados coruñeses de la grada contigua. El show completo. El escarnio llegó al día siguiente. Lo habían cazado las cámaras de televisión y su actuación recorrió tertulias y telediarios. Salió el chaval en rueda de prensa a disculparse.
En ese mismo partido a Iago Aspas se le cruzó el cable y agredió a Marchena. Iba el de Moaña pasado de vueltas desde que saltó al campo, superado por sus emociones. Días antes se había confesado, sin adornos, antideportivista. Añadió, en la Cope, que no podría tener una novia que fuera coruñesa.
En Balaídos, año 2006, estábamos unos mil deportivistas en la grada visitante cuando Gustavo López se acercó a sacar un córner. Ante el respetable blanquiazul colocó la pelota agachándose al tiempo que se besaba el escudo del Celta. Insultos de todo tipo brotaron de aquella esquina del estadio. Tres años antes, esta vez en Riazor, fue Cavallero, el portero celeste, quien se agachó al terminar el partido para recoger su toalla, tirada al pie de la grada de los Riazor Blues. Mientras recogía el trapo, una peineta (ahora se llaman así) se deslizó en su brazo.
Karpin también salió de Riazor saludando con cariño al público (terminó expulsado y luego redactando una carta acusando de racistas a los hinchas deportivistas), y ni qué decir tiene los intercambios de pareceres entre Mostovoi y Djalminha. Años atrás, cuando Riazor todavía tenía pistas de atletismo y un solo fondo, Patxi Salinas celebró un gol vigués en desenfrenada carrera y haciendo tantos cortes de manga que parecía que se estaba dando impulso con ellos.
El año pasado, cuando Salomao nos dejó en Primera con un gol en el Nou Camp, las cámaras de Canal+ nos ofrecieron el inenarrable espectáculo.
El de la hinchada del Celta lamentándose -manos en la cabeza, alguno al borde del llanto- mientras su equipo daba la vuelta de honor al campo tras una extraordinaria temporada.
Tres años años antes, cuando el Celta ascendió a Primera una semana después del Depor, la Televisión de Galicia tuvo que cortar la emisión del festejo por la acumulación de improperios que los jugadores estaban dedicando al Depor.
Que nadie se escandalice. Este texto continúa.
A Scaloni lo vi yo con estos ojos levantarse de la mesa tirando la silla con estrépito cuando un comensal deportivista que estaba a su lado aseguró que no tenía nada en contra del Celta. En Balaídos también vi a Fran ser sustituido en el año 2003: mientras caminaba hacia el banquillo bajo una lluvia de silbidos mascullaba sin disimulo: “hijos de puta, hijos de puta”, cuan Maradona en Italia 90. El mismo calificativo eligió Riki para festejar su gol en Riazor en el año 2013 mientras se acercaba no sin aspavientos a la grada que ocupaba el celtismo.
También fui testigo, años atrás, de cómo el canterano blanquiazul Carlos Pita le explicaba al balear Xisco en la cafetería de la ciudad deportiva de Abegondo lo que significa el Celta para él. Omito reproducir sus palabras.
Cuando ganamos la Liga en el año 2000, Scaloni y otros tantos se quedaron sin voz tras entonar innumerables veces el archiconocido ‘Vigo no’. Fue un par de temporadas después cuando, tras caer eliminados en semifinales frente al Porto, nos enfrentamos al Celta a pocas jornadas del final de Liga y con los vigueses bordeando el descenso. Una pintada amaneció en Riazor aquella mañana en la que el Depor no se jugaba nada: ‘Nos debéis una: Celta a Segunda’. Los muchachos cumplieron: 3-0, el Celta virtualmente descendido y en la grada visitante celeste una pancarta: ‘Gracias Porto’.
Menos gracia tuvo la visita celtista a A Coruña en el derbi de la 11-12, el reencuentro en Segunda tras varios años sin clásico. Una caravana de autobuses llegaron desde Vigo y solo unos pocos regresaron con las lunas sin romper.
Es este un breve recordatorio de una lista que, en realidad, es muchísimo más amplia. Y viene a cuento de una pregunta que algunos periodistas le hacen a los jugadores recién llegados al Depor o al Celta: “¿Es este un partido más para ti?”. Que le echen un ojo a esto y obtendrán la respuesta. El periodista, de paso, se ahorrará la pregunta.