El Deportivo volvió a perder y reduce el margen de opciones de salvación para un final de temporada que se presenta agónico.
Es como el barco que parece que se hunde por culpa de pequeños cortes, pero que a base de achicar agua navega a duras penas. El problema ahora es que esos cortes, esas fisuras, ahora son grietas. Así es como se encuentra el Deportivo en estos momentos. El aficionado blanquiazul se cansó de señalar una vez más al campo y al banquillo, y esta vez miró hacia arriba. Hacia el palco. Son casi 25 años los que lleva Augusto César Lendoiro al frente del conjunto herculino, y es la primera vez que recibe semejante castigo.
El Dépor es ese barco a la deriva que navega sin timón y sin rumbo. El técnico, que dijo verse capaz de arreglar este desaguisado el día de su presentación, no cree en el equipo y pone su cargo a disposición del club. De forma cobarde, con intención de obviar en su currículum un descenso que se antoja, a este paso, catastrófico. Dramático. Domingos Paciência llegó a A Coruña con la intención de rebajar notablemente la sangría de goles que este equipo recibía. No solo no lo ha conseguido, sino que ahora cuesta marcarlos.
La dinámica que arrastra el equipo no permite pensar en una hipotética salvación. Y Riazor parece darse cuenta.
UNO POR UNO:
Aranzubia: 4. Nada que objetar en los goles nazarís. Disputó su 20º partido de la campaña y renovó automáticamente una temporada con el equipo.
Manuel Pablo: 1. Desafortunadamente protagonizó las tres jugadas de los goles visitantes. Primero, dejándole ganar la espalda a Nolito; segundo, retrasando de forma imprecisa un balón que había recuperado; y tercero, forzando el penalti.
Marchena: 3. No se encontró cómodo nunca, sobre todo con el balón en los pies. Después del tanto que marcó en propia, se mostró menos líder y más timorato.
Zé Castro: 2. Se le queda grande la división, y muy grande la situación que atraviesa el equipo. Inmerso en el bucle negativo de la plantilla.
Evaldo: 1. Sigue en un nivel muy bajo de juego. Nyom y Torje se aprovecharon de sus limitaciones para atacar constantemente por su banda.
Bergantiños: 5. Con corazón. Lo puede hacer mejor o peor, pero para él todos los partidos son finales. Lo que se demanda en estos momentos.
Assunçao: 3. Muy poco fino en la distribución, como también le pasó a Álex. Peleó atrás, aunque sin suerte.
Bruno Gama: 1. No le sale nada. Ni un regate, ni un pase fácil. Bruno está pidiendo banquillo a gritos.
Pizzi: 5. Participativo en ataque. El luso es de los pocos jugadores ofensivos que brilla con luz propia.
Salomão: 3. A chispazos. Creativo y dinámico en ataque; poco participativo en defensa como es habitual en él.
Riki: 5. Pundonor. Junto a Álex, los que más están luchando por intentar salvar un barco a la deriva.
Nelson Oliveira: 1. Se situó junto a Riki primero y en la izquierda después. Desafortunado en ambas posiciones.
Domínguez: s.c. Disputó los minutos de la basura, los primeros que juega con Paciência.
EL MEJOR:
Valerón: 5. Tras su entrada, el Deportivo arrinconó al Granada en su campo. Ofrece cosas que los demás no tienen, luz e ideas por ejemplo. Por lo menos, con Valerón, se ve fútbol.
LAS CLAVES:
Gol psicológico. El tanto en propia de Marchena justo antes del descanso ‘mató’ al Deportivo, un equipo ya de por sí hundido en el aspecto mental.
Los laterales. Borja Ponte escribía en su crónica que «quizá la diferencia que desniveló el partido fueron los laterales. Los del Granada generaron dos goles a través de los laterales del Deportivo». Nyom y Siqueira aprovecharon las autopistas de Evaldo y Manuel Pablo.
LO MEJOR:
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LO PEOR:
Sin esperanza. El espectador blanquiazul observó anoche cómo se acababan las opciones viables de permanencia de un equipo sin alma, un equipo que se hunde en la tabla. Solo un milagro salvaría al conjunto blanquiazul.
La que se avecina. Estos meses que faltan de competición prometen ser difíciles para los jugadores y la Junta Directiva presidida por Lendoiro. Por supuesto, también para la afición.
EL DETALLE:
Pitos a Lendoiro. Después de casi 25 años ininterrumpidos en la presidencia del Deportivo, el de Corcubión recibió su primera pañolada y gritos de «dimisión».