El arquero argentino busca consolidarse por fin en la titularidad en una categoría que siempre se le resistió en etapas anteriores.
33 partidos disputados en la Liga BBVA. Ese es el bagaje que acumula Germán Lux en la máxima categoría del fútbol español desde su llegada a Europa en la temporada 2007-2008. El guardameta oriundo de Carcarañá -uno de los futbolistas más apreciados en el vestuario del Deportivo- logró encontrar finalmente la estabilidad profesional que buscaba en su tercer año consecutivo en A Coruña, pero mantiene clavada una espina en su trayectoria reciente: adueñarse de la portería también en Primera División.
El aplomo y compromiso mostrado por Lux durante su estancia en tierras gallegas no fue el único factor que le lanzó a la titularidad. Alabado constantemente por los preparadores que han compartido trabajo con él –José Sambade anteriormente y Manu Sotelo en la actualidad-, el portero que en su momento fue uno de los puntales para que Argentina se alzase con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 tuvo que aguardar para reencontrarse con sus mejores sensaciones bajo los palos tras superar circunstancias personales adversas –entre ellas, el trágico fallecimiento de su hermano-, los desencuentros con Daniel Passarella en su etapa final en River Plate y sus dificultades para encontrar minutos y confianza en Mallorca.
Curiosamente, el Deportivo guarda en su nómina de porteros del primer equipo a dos de los porteros con más hambre de Primera División, ya que ni Fabricio ni Germán Lux han llegado a consolidarse en la máxima categoría a lo largo de estos años, llegando a haber ciertos paralelismos entre las carreras de ambos. Los dos debutaron en la Liga BBVA en el curso 2007-2008, pero siempre desde un segundo plano. En el caso de Fabricio, los seis partidos disputados aquella temporada llegaron auspiciados por el famoso enfrentamiento entre Dudu Aouate –a la postre, compañero de Lux en el Mallorca- y Gustavo Munúa. Por su parte, Lux llegó a vestirse de corto hasta en diez encuentros, pero la confianza de Gregorio Manzano en la eclosión definitiva de Miguel Ángel Moyà le cerró las puertas.
La historia volvió a repetirse en cierta manera los años siguientes: Fabricio –perjudicado por la polémica con su renovación auspiciada por su representante- pasó un año en blanco en la temporada 2008-2009 con la llegada de Daniel Aranzubia -37 partidos aquel año- y la continuidad de Munúa como segundo portero. Desde entonces, el portero canario buscó su futuro lejos de A Coruña y pasó por Valladolid, Recreativo y Betis, encontrando continuidad únicamente en tierras onubenses y peleando por lograrla en sus restantes destinos con porteros como Justo Villar, Casto Espinosa o Adrián San Miguel.
Por su parte, Lux tuvo que sobreponerse a una inoportuna lesión en la base del metacarpiano de su mano derecha a principios de la temporada 2008-2009, así como a la llegada a las Islas Baleares del exdeportivista Dudu Aouate, en un año que puso en evidencia lo cara que se presumía la llegada a la titularidad en el arco bermellón, con Aouate, Lux y Moyà repartiéndose los minutos. ‘Poroto’, que manifestó en diversas ocasiones su cariño por tierras mallorquinas, aguantó dos cursos más en la suplencia hasta que emprendió otra aventura en Galicia, donde también tuvo que tirar de paciencia otras dos temporadas, ya con Aranzubia a su lado. Ahora, siete años después de su aterrizaje en el continente europeo, Lux parte con ventaja e ilusión renovada hacia la meta final de un viaje a la que llegará como uno de los líderes silenciosos de la plantilla.