El Deportivo cayó ante la UD Las Palmas en un encuentro en el que jugó en inferioridad mucho antes de que Edu Expósito viera la roja. Los de Natxo González se enfrentaron el domingo a los canarios, al Alcorcón, al Nàstic, a sí mismos e incluso a Riazor. Ese estadio que vio caer a su equipo por primera vez en la temporada, entre murmullos cada vez que Mosquera tocaba el balón o pitos al propio Expósito por tratar conservar la posesión con un pase atrás, con empate en el marcador y todavía en la primera parte, antes que rifarlo.
En esas anda del deportivismo, en un estado de histeria colectiva que va desde el césped a la grada, pasando por el banquillo. Porque falló hasta el técnico, habituado a retrasar los cambios sin que el equipo se resienta demasiado, pero al que en esta ocasión se le fue el partido de las manos. Cuando quiso recuperarlo ya era demasiado tarde.
La primera parte había sido seria. Sin alardes, sin fantasía y con pocas ocasiones generadas. Pero, a diferencia de los últimos partidos en casa, sin apenas sufrir siquiera rasguños. La entrada de Vicente le permitió al equipo adueñarse del balón e ir minando poco a poco la moral de una UD que sufría cuando se metía atrás y todavía más cuando salía a presionar. Faltó inspiración en los últimos metros y acierto, como en el cabezazo de Domingos Duarte a las manos de Raúl Fernández.
El conjunto coruñés salió tras el descanso igual de mandón y con la intención de cambiar el ritmo, ese crescendo tan propio del primer Dépor de este curso, el que acababa imponiéndose por pesado. Algo falló. En algún punto de la combinación entre la pérdida de físico y de la paciencia encontró Pepe Mel la forma de recuperar la pelota. Pedro Sánchez, de lo mejor del equipo en su regreso, y Nahuel pagaron la inactividad y se diluyeron antes de la hora de encuentro.
Ahí se acabó el equipo deportivista, que no tuvo respuesta y sí muchos nervios, acrecentados por la entrada de un centrocampista más en el bando rival, al tiempo que Natxo retiraba a Mosquera para meter otro delantero. Error. Maikel Mesa terminó por desquiciar a los blanquiazules y a un Expósito que cargado de impotencia se excedió a la hora de cortar un ataque peligroso.
La derrota en los minutos finales no fue más que el fiel reflejo de la fatalidad que planea sobre Riazor en las últimas semanas. Porque más allá de que la brillantez no haya sido la misma, todos los malos resultados recientes han tenido cierto componente de mala fortuna o capricho del destino. Sólo así se explica que Aythami recogiera un balón en la frontal del área y lo colocara en el palo derecho de Dani Giménez. Sí, el Dépor también está jugando contra Murphy.