Todavía hoy resulta complejo explicar cómo el Deportivo se fue con los tres puntos de La Romareda. Lo mismo que en otros tantos encuentros en los que fueron los coruñeses los que sufrieron las leyes del fútbol en su contra: lo único que cuenta son los goles. Y ahí, solo ahí, fueron superiores los de José Luis Martí. Posiblemente, por pura cuestión de inercia. Las famosas ‘dinámicas’ a las que tanto recurren los técnicos, esas fuerzas que parecen imparables en ambos sentidos. Tanto para bien como para mal.
Optó el técnico balear por mantener el bloque por primera vez desde su llegada. Sólo un par de retoques en defensa pero manteniendo todo el arsenal en ataque. Por eso habría que buscar también explicación a que un equipo con Carlos Fernández, Quique González, Borja Valle y Fede Cartabia sobre el verde no sea capaz de disparar entre los tres palos en 75 minutos.
No se atisba plan, de momento, más allá de un reto constante para las zagas rivales: «Estos son mis cuatro atacantes, a ver qué pueden hacer tus cuatro defensores». Y los del Zaragoza, pese a las dudas, lo resolvieron con bastante acierto. Sólo durante unos minutos de la primera parte daba la sensación de haber encontrado algo sobre lo que asentarse. Superioridad en el centro con Valle y Cartabia alejándose de la banda y dando profundidad con los laterales. Siempre con Edu Expósito en la base y Carlos Fernández en punta. Fueron los mejores momentos de un equipo que logró someter a su rival, pero al que le sigue faltando claridad en los últimos metros. Y finura, además de precisión, para no desaprovechar buenas jugadas con últimos pases infames.
Pero al jugar con dos bloques tan diferenciados también hay una parte mala. Cuando el balón viene. Al Dépor se le vieron las costuras en las transiciones defensivas y cada pérdida se convertía en ocasión de gol para el conjunto maño en apenas segundos. Entre su inocencia, porque tampoco van sobrados de veneno, y Dani Giménez, el resultado se mantuvo igualado. El portero prometió tras su fallo ante el Extremadura que se levantaría y entre Soria y La Romareda dejó varias intervenciones que optarían a mejor de la temporada. Fue decisivo sobre todo en una doble parada en la segunda parte que es difícil de asimilar incluso a cámara lenta.
Con un gran portero y en el único disparo a portería, «ahora estamos para ganar así», señaló el propio meta gallego al final del encuentro. El equipo se había caído tras el descanso y poco más tenía que ofrecer que las batallas individuales de sus atacantes. Siempre acababan mal. La herida era muy profunda para poder recuperarse de golpe y estaba claro que el juego nunca iba a llegar antes que los resultados. Tras este 6 de 6, la esperanza es que ante el Cádiz se vuelva a ver al mejor Deportivo… o que el actual mantenga esta inercia.