Nueva edición de «Caridad de por vida», la columna quincenal de nuestro columnista Eduardo Caridad. Turno para el nuevo jefe de la zaga herculina.
¿Alguien pone en duda que Álex es el Mascherano del Depor? Partido tras partido, el coruñés demuestra su seriedad en el campo, aquella que va más allá de lo que la grada ve y que lleva a los entrenadores a quedar prendados de él. Tito Ramallo, que lo tuvo muchos años a su cargo, me dijo una vez aquello de ‘Álex y diez más’. Literal. Era su prolongación en el campo. Sin bromas, serio, disciplinado y con un saber táctico profesional desde muy joven.
Jabo Irureta, poco dado a apostar por canteranos, fue el primero que le hizo ver lo que es el primer equipo, aunque cierto es que tuvo pocas oportunidades. Conoció a las grandes figuras y ‘bebió’ del gran Mauro. Baste una anécdota de aquella época para comprender el saber estar de Bergantiños. Un gran delantero del Depor, de cuyo nombre no quiero acordarme y al que le gustaba mucho el sonido (nocturno) del Orzán, quiso iniciar fuera del campo al por entonces fabrilista. La contestación dicen que fue algo así: «Mañana tengo un examen. Imposible«.
Se tuvo que ganar una ficha en el primer equipo a base de muchos partidos en Tercera, sin tirar la toalla, con muchas cesiones de por medio y a pesar de que Lotina no lo quería ver ni en pintura (como en su día no quiso ver a Negredo de blanquiazul, pero esa historia la dejamos para otro día).
Y aquí lo tenemos, dejándose el alma por el equipo de su tierra; haciendo partidazos como el del otro día ante el Zaragoza como central. Ya sea en la zaga, de mediocentro o incluso en el lateral, él rinde. Y eso, en el fútbol actual y en la tesitura en la que se encuentra el Depor, es oro. Nuestro coruñés dorado, y no por el rubio de su pelo precisamente, es el pilar de carga sobre el que se asienta el equipo. Y Vázquez lo sabe muy bien. El día que no está, se nota. Démosle la importancia que merece. Si todas las fábricas tuviesen un Álex en plantilla saldríamos de la crisis antes de que Montoro nos meta la mano en el bolsillo una vez más.
En otro orden de cosas, hay algo que me llama poderosamente la atención estos días de presentación de candidaturas. Y es que este trajín de nombres, de personas que optan a llevar el timón del club, no está afectando al equipo. Recuerdo procesos electorales dramáticos en otros equipos. En Riazor parece que no pasa nada más allá del verde. ¿Será que todavía no ha cantado el mariscal Lendoiro? Que todavía no haya realizado más que una declaración de intenciones me escama. ¿A qué espera? Me voy a mojar. Creo que está dejando que los demás enseñen sus cartas para hacer un ‘all in’. Ahí tiene el culo pelado. Eso sí, a veces el azar es esquivo. Quién sabe… Yo, al menos tengo, muchísima curiosidad.