Su autobiografía se llama «La suerte», pero estuvo a punto de ser «Los malos también existen». Con ese humor se toma el fútbol, y con esa filosofía la vida, un campeón del mundo: Joan Capdevila Méndez (Tárrega, Lleida, 3 de febrero de 1978). En julio, hace algo más de medio año, anunció que colgaba las botas. Después de una larga trayectoria por la élite, el exdeportivista dijo adiós a los 39. Hoy, con su característica sonrisa presente en todo momento, repasa para riazor.org el pasado, el presente y el futuro. Constantemente, en cada pausa, repite una frase: «ojalá el Dépor vuelva a Primera para el año». Casi de manera automática. Casi sin querer. En junio se cumplirán ya 11 años de su salida del club herculino, pero allá donde va, lo lleva con él: «es un deportivista más».
¿Cómo es la nueva rutina de Joan?
Tengo más tiempo para mi familia y para dedicarme a mis hijos. Ahora me estoy sacando el carnet de entrenador en Las Rozas, y estoy haciendo cositas siempre. Poniendo un poco de orden en la vida después de tantos años fuera. Y haciendo asuntos relacionados con el fútbol. Quiero sacarme el carnet de entrenador y no se sabe si a lo mejor en un futuro entreno. No es mi idea (se ríe), pero nunca se sabe.
39 años, ¿te imaginabas retirándote con esa edad?
Sabía que iba a llegar un día u otro. Y ya estaba más o menos preparado. La vida sigue, no todo acaba en el fútbol. Por suerte o por desgracia, la vida del deportista es corta y ahora toca mirar otros retos, otras metas… Pero sobre todo, disfrutar de la familia, que es lo más importante y lo que me gusta ahora mismo.
¿Era el momento justo para decir adiós?
Sí, claro. Tampoco imaginé que duraría tanto, la verdad. Para mí ya era un sueño jugar un partido en Primera, y al final estuve diecisiete años. Es un sueño cumplido y más no puedo pedir. El fútbol me ha dado más que yo a él. O sea que estoy muy agradecido por todo. He tenido momentos buenos, otros no tan buenos, pero en líneas generales me voy satisfecho, la verdad. Muy satisfecho y con un sonrisa.
¿Qué te llevó a retirarte en Andorra?
Realmente ya estaba casi retirado, pero seguí allí por un amigo, y al fin y al cabo por practicar deporte y por seguir vinculado a lo que más me gusta. No era a un nivel profesional, prácticamente, pero para quitarme el gusanillo del fútbol… Y estaba distraído también. Estoy muy agradecido a Andorra por permitirme retirarme en un partido de Champions. Es muy bonito poder acabar así.
Después de tantos países como profesional y tantos años de carrera, ¿qué es lo que más te ha marcado?
Sobre todo lo que vives. Vivir en diferentes ciudades, vivir en diferentes países… Te quedas un poquito de todo. No solo aprendes futbolísticamente, también te formas como persona, ves culturas diferentes. Gracias al fútbol he podido vivir muchas cosas. En la India, por ejemplo, otro estilo de vida al que no estamos acostumbrados aquí. Y una experiencia maravillosa. De todos los países en los que he estado me he llevado un gran recuerdo y estoy satisfecho, a nivel personal y humano. Todo eso te ayuda a crecer, que es lo importante.
¿Los malos también llegan?
(Se ríe). A ver, cada uno tiene que saber sus posibilidades. En el tema de la Selección, por ejemplo, siempre estamos acostumbrados a ver jugadores de Barça y Madrid, y jugadores incluso de segunda fila, también pueden lograr sus objetivos. De hecho, en la final del Mundial el once eran todos del Barça y del Madrid, menos yo, que era del Villarreal. Era como un premio. Aunque no juegues en Barça y Madrid puedes lograr tus objetivos. Y en mi caso fue así. Y tiene más mérito.
¿La suerte existe?
Claro que sí. Es un factor importante, también. Pero hay que trabajarla. No puedes esperar sentado y que te llegue la suerte. Eso no. Hay que trabajarla y hay que estar preparado para cuando te llegue el momento clave. En mi caso estoy seguro que, por el camino, se habrán quedado miles de jugadores, o millones de jugadores, con mucha más clase que yo, pero al final tienes que estar preparado para cuando te llegue el momento; y en mi caso creo que yo lo estaba cuando me llegó.
Siete años en A Coruña, ¿qué te dejan?
Fueron maravillosos, fantásticos. El Dépor ha sido el club en el que más años he estado. Siete años que coinciden con una época clave en mi vida: la que va de los 22 años a los 29. Creo que es la época en la que más aprendes, y la verdad que no tengo palabras para resumir mi paso por Coruña. Me permitió jugar en un equipo ganador, conquistamos títulos, jugamos cinco años la Champions… Más no puedo pedir. Yo creo que el hecho de ir a Coruña fue un acierto total, y a día de hoy sigo siendo un deportivista más. Me llevé un gran recuerdo no solo del tema futbolístico, sino de la ciudad, de la gente… No conocía nada de Galicia y gracias al Dépor pude conocerla. Me llevé un gran recuerdo, hice grandes amigos… Mi etapa de joven a adulto allí me sirvió para crecer como persona, además de futbolísticamente, sin duda.
Eras uno de los favoritos de la grada. ¿Cómo se genera esa conexión entre Joan y Riazor?
No lo sé. La gente de Coruña es muy agradecida. A veces no hace falta ser una estrella para ser un ídolo. Ni mucho menos. Simplemente ser como tú eres, ser cercano a la gente, comprender que no solo quieren ganar, sino que seas cercano a ellos. Creo que conectamos bien. La gente en Coruña es fantástica, maravillosa, te lo entrega todo a cambio de nada. El trato que recibí fue espectacular, creo que demasiado para todo lo que hice yo. Pero el trato humano hace mucho: no hace falta ser una mega estrella que mete goles cada domingo, simplemente que un jugador lo dé todo dentro de sus posibilidades; la gente lo agradece. Y Coruña es una afición muy agradecida, y por poco que le dés te da el máximo. No tengo palabras por todo el cariño que me han dado siempre. Incluso habiéndome ido, jugando en algún rival, me aplaudían. Eso me llenaba. Es muy bonito para un jugador ir a un campo con otra camiseta y que te sigan aplaudiendo. No tiene precio, la verdad.
Cada vez hay más extremos reconvertidos a laterales. A ti te pasó algo similar en las categorías inferiores del Espanyol. ¿Cómo ha ido cambiando el fútbol?
El fútbol evoluciona cada día. Yo empecé de delantero, como muchos, lo que pasa es que te van poniendo en otras posiciones y te tienes que adaptar. Es como todo, cuando ven que ya no sirves en una posición, te ponen en otra a ver si vas bien (se ríe). Y en ese caso me adapté bien de lateral con un poquito de recorrido. Me sentí muy cómodo en ese puesto y aprendí muchísimas cosas. Al final también son los entrenadores los que te van formando. Y estoy muy agradecido por todos los que he tenido en mi carrera. Cada día hay algo nuevo que aprender, un jugador no puede estar siempre pensando que ya lo tiene todo hecho, sino al contrario. Un jugador que esté dispuesto a aprender es el que llega lejos.
Joan Capdevila: «A veces no hace falta ser una estrella para ser un ídolo. Ni mucho menos. Simplemente ser como tú eres, ser cercano a la gente, comprender que la gente no solo quiere ganar, sino que seas cercano a ellos»
Hiciste tus pinitos como ayudante técnico de la Selección Catalana sub-18, ¿cómo son los chicos que vienen?
Bastante diferentes a lo que éramos nosotros. Como todo en la vida, no solo el fútbol, la sociedad ha cambiado. Ahora ya todo el mundo tiene móviles, todos los chavales tienen móviles, internet… Y eso cambia. Es otra época y hay que adaptarse también a las nuevas tecnologías, a lo que piensan los niños… Y hay que verlo, nosotros teníamos dos juguetes solo y ahora un niño a lo mejor tiene veinte en su casa. Todo va cambiando, va evolucionando y hay que adaptarse. Lo que sí está claro es que hay que hacerles entender que el fútbol es trabajo y sacrificio, no llega solo. Hay que hacerles entender eso: que hay que trabajar mucho para llegar lejos.
Pero ya no juegan en la calle. Ha cambiado hasta eso.
Sí, eso cambió mucho. Como te decía, la vida evoluciona. Ahora los niños están más en casa, están más en la Play Station… Lo que pasa es que ahora en el tema del fútbol, a lo mejor, tienen más recursos. Ahora, a lo mejor, ya hay diez campos de césped artificial y antes había uno, y de tierra. Tienen más cosas, pero sí se ha perdido ese afán de jugar en las calles. Quizá ahora en el fútbol base tienen todas esas comodidades que antes no teníamos nosotros.
¿Joan era de los que jugaba en la calle en su época?
Sí, no había otra (se ríe). No había internet, ni consolas, ni juguetes. Antes te lo pasabas bien así. Con dos chaquetas hacíamos una portería, en cualquier sitio veías gente jugando al fútbol. Esto ha cambiado. No sé si es para bien o para mal, pero todo evoluciona. También es cierto que ahora cualquier niño con ocho años ya tiene las Nike, Adidas… Yo no tuve unas Nike hasta los diecisiete.
El sábado hay un derbi gallego. ¿Cómo los recuerdas?
Eran partidos únicos. Cuando salía el calendario, lo primero que mirabas era cuando se jugaban los derbis contra el Celta. Son partidos que marcas y que sabes la importancia que tienen, la repercusión que tienen para los aficionados. Al ganar un derbi la gente siempre está contenta. Nosotros, yo recuerdo que una vez ganamos 0-5 y la ciudad se paralizó. Una pasada. Una barbaridad. Son partidos en los que no se puede perder. El de este sábado llega en un momento complicado para el Dépor, pero hay que salvar el honor, el orgullo, y yo confío en que los jugadores del Dépor sean profesionales hasta el último día. Ojalá dentro de la temporada, que ha sido mala, puedan darle una pequeña alegría a la afición. No curaría la temporada, pero al menos sería un alivio poder ganar ese derbi. Yo confío en ellos, lo van a dar todo. Habrá que apechugar, supongo que será un derbi duro para los jugadores después del descenso, pero hay que aguantar el chaparrón como sea. La afición lo agradecería un poco.
Joan Capdevila: «Una vez ganamos 0-5 (al Celta) y la ciudad se paralizó. Son partidos en los que no se puede perder»
Hablas del descenso, ¿cómo lo has vivido tú desde la distancia?
Ha sido duro. Pensaba que se podía remontar, pero es cierto que el Levante no ha aflojado, ha ganado sus partidos. Era una muerte anunciada prácticamente. Era cuestión de días. Yo preferiría ir descendido a Balaídos que descender allí. Porque el Levante tampoco creo que lo pierda todo… Pero ahora lo importante es que se pueda ganar el derbi, y planificar la temporada que viene, porque el Dépor ya bajó una vez y volvió a subir. Hay que volver a ilusionar un poquito a la gente. Sé que ahora no son momentos, pero la gente de Coruña al final es muy futbolera, y hará todo lo posible para que el equipo el año que viene vuelva a estar en la máxima categoría; que creo que es donde debe estar el Deportivo de la Coruña, por supuesto.
Decías que andas a vueltas con el título exprés de entrenador de la RFEF, pero que no es tu idea entrenar. ¿No te ves en un banquillo?
De momento no. De momento tengo que aprender muchas cosas, tengo que formarme y luego probaré con niños, en categorías inferiores, y ya veremos si me gusta o no me gusta. De momento me saco el título, tenerlo, y en el futuro Dios dirá. Pero a día de hoy, mi intención no es entrenar. Si tengo que entrenar en Primera División claro que me gustaría, pero hay que seguir muchos pasos, hay que trabajar, hay que empezar de cero, formarme sobre todo, y a partir de ahí ya veremos a dónde puedo llegar.
Manuel Pablo, Javier Manjarín, Gustavo Munúa… Hay varios exjugadores en el club. ¿En qué puesto se vería Joan Capdevila dentro del Deportivo?
A mí me gustaría estar en la primera plantilla, estar en el vestuario, ejercer un poquito de enlace entre jugadores y entrenador, saber de sus inquietudes. En una temporada, llevar un grupo de 25 jugadores no es fácil y, de alguna manera, sumar, aportar mi granito de arena… Motivar, sobre todo. Yo tengo la suerte de que he estado en muchos vestuarios, sé cómo puede pensar el jugador o no, y de alguna manera tenerlos a todos motivados es muy difícil. Los que no juegan siempre están más desilusionados, darles un empujoncito para que se lo pongan difícil al entrenador; al final el beneficiado es el grupo. Por tanto eso: hacer grupo y motivar a los más desmotivados.