En tiempos de austeridad económica, la alianza entre Deportivo y el representante portugués puede ser muy fructífera si el máximo mandatario gallego maneja la situación con tino.
Poco después de producirse el descenso del Deportivo, el nombre de Jorge Mendes salió a relucir como uno de los hombres dispuestos a ayudar al club en la difícil empresa de volver a Primera; el acuerdo, tácito y verbal en todo caso, lo anunció Lendoiro en la presentación de José Luis Oltra como nuevo técnico deportivista. La situación no parecía nada clara y pocos se atrevían a aventurar el futuro éxito de la colaboración entre el Presidente y su afillado, como cariñosamente le llama Lendoiro. Sin embargo, y pasado ya un escéptico año, fruto de esa relación destacaron en la ciudad herculina Salomão y, sobre todo, un Bruno Gama que fue pilar del ansiado ascenso. Más recientemente, y de cara al nuevo curso, una nueva gran promesa del fútbol portugués como es André Santos ha desembarcado ya en el club en la que se espera sea una de varias incorporaciones con ‘sello Mendes’. Extraña, cuánto menos, esa ‘ayuda’ de uno de los peces gordos del fútbol mundial, si no fuera por el pasado común que une al agente y al Deportivo ya que, curiosamente, el representante luso comenzó en este oscuro y lucrativo mundo con el traspaso de Nuno al Deportivo, un hecho singular que acabaría marcando su carrera y lo ligaría en multitud de ocasiones más con el conjunto herculino y su máximo mandatario. Dos tiburones, dos hombres de fútbol acostumbrados a nadar en aguas turbias, Lendoiro y Jorge Mendes. Pero, ¿quién es Jorge Mendes y como ha llegado a ser uno de los agentes más poderosos del mercado futbolístico?
Como poco, el de Mendes es un caso que se escapa de lo común, singular y utópico. Una historia de superación, un modelo para miles de personas que buscan sus sueños, un cuento basado en la tenacidad y la oportunidad. El típico sueño americano. El prototipo de hombre hecho a sí mismo. Futbolista frustrado, a mediados de los 90 todavía deambulaba en la equivalente portuguesa a la Segunda División B española en el modesto Vianense. Emprendedor y ambicioso, la historia cuenta que propuso a los directivos del club la sustitución de su salario como futbolista por la concesión de la gestión de las vallas publicitarias del estadio y que, con esos ingresos y una latente vocación empresarial, comenzó a abrir sus primeros negocios en el norte de Portugal. Dispar y versátil, un tradicional videoclub fue su primer reto. Luego, como muestra de esa polivalencia que le caracteriza y todavía en la búsqueda de su camino, se haría cargo de un bar-hamburguesería para, posteriormente, lanzarse junto con otros socios al que sería su primer gran éxito, una discoteca donde incluso llegó a ejercer de DJ. Situada en el municipio de Caminha, al norte de Portugal y fronterizo curiosamente con Galicia, esa discoteca se convirtió en el punto de inflexión para su prometedora carrera: le permitió conocer a Nuno Espírito Santo, habitual del local y por aquel entonces prometedor guardameta del Vitória de Guimaraes. Los contactos fructificaron, el portero se convirtió en su primer representado y creó la que hoy en día es una de las mayores empresas de representación de futbolistas del mundo, Gestifute; corría el año 1996.
Poco después, Mendes concretó su traspaso desde el club norteño al Deportivo de Lendoiro, provocando así que las puertas del mercado portugués se le abrieran de par en par. Tras un duro y continuado trabajo durante años en un mercado ya copado por José Veiga y Palio Barbosa, el trato cercano con sus representados y sus grandes dotes para la negociación comenzaron a ser populares en territorio luso y su reputación fue poco a poco en aumento, siendo Jorge Andrade y Hugo Viana sus más reconocibles clientes en esos primeros años.
Golpe de suerte o no aquel encuentro, lo cierto es que Jorge Mendes y su empresa, Gestifute, estaban ya muy bien posicionados y las salidas de Andrade y Viana lejos de Portugal habían sido grandes operaciones. Sin embargo, el factor diferencial que provocó que Jorge Mendes pasara de ser un buen representante sin más a convertirse en la gran estrella del mundo de la representación lo marcó la entrada de José Mourinho en su cartera de clientes. De todas formas, el beneficio corrió en ambas direcciones y tanto uno como otro sacarían un enorme provecho de su relación; un marketing feroz convirtieron al de Sétubal en un auténtico fenómeno de masas y de manera paralela, de la mano del técnico y avalado por la creciente gigantez de su figura, llegaron a su agencia los más grandes futbolistas portugueses, así como otros que guardaban cierta relación con el país ibérico.
Pero su ascenso a las más altas cotas del fútbol moderno comenzó, como decía, con ese pase de Mourinho al Chelsea en 2004; ese fue su primer gran movimiento, la operación que lo colocó en la escena internacional. De la mano de “The Special One” y Mendes llegarían también al Chelsea diversos jugadores representados por este último, entre los que se encontraban Ricardo Carvalho, Tiago, Cech o Paulo Ferreira. Curiosamente, su empresa Gestifute también poseía un alto porcentaje de las fichas federativas de algunos de esos futbolistas, lo que supuso un gran espaldarazo a la economía de la agencia. Fue el primero de los conocidos como packs Mendes. Sin duda, este tipo de operaciones en las que hace recalar en un mismo club a varios de sus clientes son una de sus virtudes y una de las causas que le ha valido alguno de sus apodos, como Tiburón o Superagente Mendes. Muy dado a este tipo de acuerdos, cuando el agente portugués establece relaciones con un club suele hacer que éstas perduren en el tiempo, inmiscuyéndose en la dirección deportiva, extendiendo sus tentáculos más allá de su parcela. Un hombre de club, desde su posición de agente. Una posición cada vez más imperante en el fútbol moderno y de la que muchos solo coinciden en resaltar su carácter altamente nocivo.
Así, y en relación a la extensión internacional de Mendes, al Manchester United llegaron –y siempre envueltos en enormes cantidades de dinero- Cristiano Ronaldo, Anderson, Nani o Bebé –más recientemente y bajo sospecha- entre otros. Tras repetir maniobra con el pase de Mourinho al Inter de Milán, su punto de acción principal es ahora el Real Madrid. Siempre rodeado de polémica, cuentan las malas lenguas que el portugués es uno de los pocos hombres que tiene acceso al despacho de Mourinho, no siendo extraño que se reúnan tras acabar ambos su jornada laboral; Mendes le espera allí sentado, con los pies encima de la mesa, orgulloso de su criatura y dispuesto a seguir manejando los hilos en la sombra. El tiempo pasa y no mina su enorme poder en el club blanco. El mismo que tuvo y sigue teniendo en Chelsea, Benfica, Atlético de Madrid, Manchester United o Sporting y aquel que perdió en el Porto o en el Inter; entre esos clubes se encuentra su principal foco de operaciones, su radio de acción. En total, y como muestra de la magnitud de las operaciones de Mendes, los traspasos orquestados por éste en los últimos 15 años han significado un movimiento de 650 millones de euros. Eso, dejando a un lado sus participaciones en fondos de inversión, de las cuáles se benefició, entre otros, el Zaragoza la pasada campaña.
De esta forma se mueve el fútbol en la actualidad, un fútbol que se ha entregado a televisiones y multinacionales. Un fútbol que es movido por los intereses de unos cuántos a través de unos representantes que controlan el mercado, operan a su antojo y, ciertamente, manejan muchos clubes, o las decisiones de éstos, desde la sombra. No hay nada más que examinar club a club pormenorizado para caer en la cuenta de que de un tiempo a esta parte el fenómeno ha crecido como la espuma. Y, ya puestos a vender el alma al diablo, Jorge Mendes no es mal comprador para un Deportivo inmerso en nueva reconstrucción, pero sin los mimbres para afrontarla. Ahí, gracias a la escasez económica, entra el poder del agente luso y, siempre que las decisiones sean consensuadas, la relación puede ser muy provechosa, pues servirá para ir creando una base competitiva que permita al club establecerse sólido en la élite y así, de manera paciente, ir creando un patrimonio en forma de futbolistas que permita al club volver a la senda de la tranquilidad, tanto deportiva como económica. De esa forma parece entonces que se desarrollará el nuevo plan de Lendoiro, nadando entre jugadores libres, cantera y Jorge Mendes. El luso, fuera de favores personales, es consciente de que el Deportivo es una gran plataforma para sus jugadores de nivel medio, esos a los que los grandes clubes en los que influye se le quedan grandes. El Deportivo, por su parte, tiene que tener clara la situación y aprovechar, al máximo, los beneficios que pueda otorgarle, pero sin dejar de lado su autosuficiencia. En una época en la que el dinero brilla por su ausencia en la zona media de la Liga -e incluso en la alta-, tener a Jorge Mendes de aliado puede suponer un salto de calidad al mismo tiempo que se desarrollan iniciativas propias.
Galardonado con el premio a mejor agente del año 2010 con 44 años recién cumplidos, Jorge Mendes es el “hombre que todo lo consigue” o “el conseguidor”, como le apodan algunos de sus clientes y se jacta a menudo de no haber cobrado nunca una comisión fija a sus representados, sino de tratar directamente con los clubes sus emolumentos. Con la pasión y la profesionalidad como señas de identidad y un especial don de gentes, los que le conocen señalan su afán por ofrecer más servicios de los habituales a sus futbolistas y entrenadores como la clave de su meteórica carrera. Declaraciones como “no es solo un agente, es algo más para mí” o “es un hombre honesto, sincero y amable” se han escuchado de boca de Mourinho o Cristiano Ronaldo, sus joyas de la corona.
Esquivo con la prensa, las entrevistas que ha concedido en los últimos 10 años se pueden contar con los dedos de una mano. Habituado a moverse entre sombras y en un segundo plano, la atención que reclaman los focos no le convence, no le atrae, no le interesa. Es amo y señor tanto de su trabajo como de su vida privada, de lo quiere dar a conocer y de lo que no, de su forma de encauzar las diferentes situaciones que le acompañan; así su leyenda crece, sus métodos se desvirtúan. Especial como pocos, afirma ser capaz de pasarse 16 horas al día al teléfono; nadie regala nada en este mundo y Jorge Mendes lo sabe. No obstante, se lo ha ganado pulso. Su agencia, con sedes en Porto y Lisboa, se ha convertido en una estructura perfectamente organizada y engrasada, capaz de dar servicio a centenares de clientes sin dejar de lado el descubrimiento de nuevas jóvenes promesas. Hoy en día, siempre que se lleve a cabo una gran operación comprendida en su territorio, no lo duden: piensen en Gestifute, piensen en Jorge Mendes. Un hombre que, años atrás, recorría España y Portugal carretera y manta en busca de oportunidades; ahora, se desplaza a diario en su avión privado. Paradójicamente, él vuela sin límites mientras gran parte de Europa se desliza cuesta abajo y sin frenos.